lunes, 2 de abril de 2018

SIEMPRE NOS QUEDARÁ SEGUNDO

La transmisión del encuentro de Liga entre la U.D. Las Palmas y el Real Madrid nos devolvió, por unos momentos, a tiempos pasados de ejercicio y seguimiento radiofónico. Entre ellos, la figura de Segundo Almeida, un comunicador aventajado de la isla hermana, especialista en el medio, con quien tuve el placer de colaborar en la época que dirigía la programación deportiva de Radio Atlántico. Tiempos ilusionantes, laboriosos, meritorios: cuando se informaba desde una cabina telefónica en la que había que introducir monedas, se apuraba la información de resultados, de fútbol y baloncesto principalmente, y se aguardaba hasta el final de las sesiones de entrenamiento para conocer la lista de convocados o el parte de enfermería donde estaban los lesionados.
Todo Deporte” se titulaba aquel programa que hacía furor en horas de sobremesa, incluso entre la población juvenil que estudiaba en La Laguna. Una audiencia sobresaliente, sin necesidad de EGM. La Unión Deportiva en Primera división, gestando una leyenda que llegó a subcampeón de Liga y años después un subcampeonato de Copa. Aquella alineación memorizada de carrerilla, ya fuera con 1-3-2-5 o después con 4-2-4, aquel conjunto con canarios de varias islas hasta que abrieron las puertas a los extranjeros y a los oriundos y se incorporaron valores que se ensamblaron perfectamente en la filosofía canterana.
Años de gloria del fútbol amarillo, supremacía indiscutible en la geografía canaria, imágenes en blanco y negro, también en color, para vivir jornadas épicas, como alguna remontada en el desaparecido Estadio Insular, las aportaciones a la selección española o aquel gol de Gilberto I a Iríbar, en el último minuto en San Mamés para otorgarle al granadillero Pedro Cano, treinta y dos millones de pesetas, el mayor premio millonario hasta entonces de las quinielas.
En todo ese proceso, y en los posteriores, donde hubo menos gloria y más sudor, más lágrimas y más fiascos, estuvo Segundo Almeida, junto con Antonio Lemus, Antonio Ayala y Pascual Calabuig, notarios del esplendor amarillo y sus posteriores caídas y vaivenes, hasta que llegaron las nuevas generaciones de periodistas deportivos. Segundo aún braceó entre ellas.
Le podía la UD. Como también la Unión Deportiva Lanzarote cuyos encuentros, en Preferente o en el Grupo Canario de Tercera división, transmitía para tener a toda una isla expectante y pendiente. Aún eran tiempos de difícil comunicación, a veces aguardando hasta la llegada del barco para ver si se jugaba o no.
Segundo, entrevistado a principios del mes pasado en Canarias 7, narraba o relataba como muy pocos. Era una narración descriptiva, detallista, meticulosa. Tiraba de énfasis cuando había que hacerlo. Situaba la acción constantemente para que el oyente supiera dónde y cómo se estaba jugando. Era pasión ante el micrófono. Tanta, que cosechó algunos disgustos con profesionales y amagos con su salud. Implacable con los arbitrajes que interpretaba como perjudiciales y con aquellos entrenadores de los que se distanciaba sin retorno y con jugadores que convirtió, por diferentes razones, en innombrables y solo citaba por su número o demarcación. Pero generoso siempre con el esfuerzo colectivo y con el fútbol de quilates del que, como canario, se enorgullecía. En esa entrevista, dice Almeida que no reconoce a esta Unión Deportiva. Con más de mil trescientos partidos con voz a menudo quebrada, añade que “este equipo no se identifica con lo que ha sido en su historia”. Viendo el partido del sábado, acierta plenamente.
Revela que ya no va al Estadio de Gran Canaria. Atrás, en el Insular, tuvo que escuchar, en medio de uno de aquellos vaivenes, el grito de “¡Segundo, vete ya!”, cuando la relación con el club y con los aficionados se tornó imposible e insufrible.
Dolido con los actuales dirigentes, por su desatención, después de dos intervenciones quirúrgicas, dice que ha descubierto las redes sociales, especialmente desde el ángulo de la conectividad. Añora alguna visita al Estadio, incluso cuando la tragedia se masque inevitable.
Y es que, pase lo que pase, siempre nos quedará Segundo.

1 comentario:

Roque Diaz dijo...

Buenos días García,como siempre está usted sobrado.
Un abrazo, buen artículo