sábado, 21 de abril de 2018

¡QUÉ JUGO EL DE AQUELLOS BEATLES!

Se dirá que ya está todo manifestado sobre The Beatles. Pero al profesor Nicolás González Lemus aún se le ocurre esta frase: “El mundo cambió y creció con The Beatles”. Y todo vuelve a tener sentido otra vez, como aquellas guitarras de Harrison y McCartney interpretando “Roll over Beethoven”, y George cantando los versos que había escrito unos años antes el gran Chuck Berry.
Entonces es cuando contrastamos, por enésima vez, la capacidad inagotable del cuarteto de Liverpool. ¡Qué jugo el de aquellos Beatles! Aún lo sorbemos. Ahora con una iniciativa titulada Los Beatles en Tenerife (55 Aniversario), organizada por el Ayuntamiento de La Orotava y promovida, como las anteriores, por el propio González Lemus a quien le debemos que aquella visita, aquella breve estancia vacacional en la isla camino del éxito, no pase inadvertida, como ha ocurrido con tantas otras cosas. No estuvo John Lennon, ya saben: el se lo perdió. Prefirió Torremolinos, mientras sus compañeros, junto a Klaus Woormann (que les había brindado su chalet de La Montañeta,  sin luz, ni agua ni teléfono), disfrutaban con el descapotable de Miguel Gómez, palpaban el tipismo insular y apreciaban la hospitalidad de la gente en tanto la apertura al turismo era ya, mediados los sesenta, un fenómeno imparable.
Aunque su huella también se aprecia en la exposición abierta en la Casa de la Cultura San Agustín, de La Orotava, abierta por el alcalde, Francisco Linares, y presentada por el profesor José Javier Hernández García, otro 'beatlemaníaco'. Se trata de una colección de paneles, fotografías, vinilos, cuadros, objetos, libros y dibujos originales, como los carboncillos de Merene Melián. Aparece, en las muy bien aprovechadas vitrinas, un tomavistas super 8 milímetros, una magnetófono de tambores pequeños y hasta un 'pick-up', un picú, con el que alguien amenizó los populares guateques caseros de la época que tuvieron su particular versión local en la desaparecida emisora La Voz del Valle o con Los rayos verdes, memorable conjunto villero.
Calvos, canosos, barbados, barriguitas, friolentos, nostálgicos, bien conservados y no tanto, los que descubrieron al grupo al cabo de los años... allí estábamos, citados de nuevo con su magia, con su arte, glosado por el profesor José Javier Hernández García quien nos recordó, claro que sí, que los campos de fresa son eternos, “Strawberry fields forever”. Desempolvó Hernández imágenes para afirmar que “aquella música incidió en nuestras vidas y marcó la existencia de muchos jóvenes de la década de los sesenta”. Pero, sobre todo, para condensar la dimensión social del fenómeno 'beat': “Llegaron a ser señalados como la encarnación de los ideales progresistas, y en verdad que su influencia se extendió por las más importantes revoluciones sociales y culturales de la década de 1960”.
El análisis de José Javier Hernández se ocupó también de la evolución de la música y del estilo del grupo, a medida que su éxito, en Europa, en Estados Unidos y en todo el mundo, avanzaba sin cesar: “...su alcance temático estuvo en plena expansión, englobando otro tipo de preocupaciones en sus canciones. Y a medida que sus letras se hicieron más ingeniosas y complejas, los grandes seguidores comenzaron a a estudiarlas concienzudamente para encontrar sus verdadero significado y trasfondo”.
Completamente de acuerdo en que aquellos músicos “rompieron moldes y deshicieron estereotipos que entonces parecían inamovibles”.
Tras un breve recorrido por varios elepés de su primera etapa, terminó con una frase de su admirado Eduardo Galeano: “Los Beatles no se suicidaron”, después de que la compañía “Decca Records” les dijera que “no nos gusta su sonido.” Más o menos lo mismo que un empresario turístico afincado en el Puerto de la Cruz que no dejó tocar a aquellos greñudos en su prestigioso establecimiento cercano a San Telmo. Lo que se perdió, lo que perdimos.
¡Qué jugo el de aquellos Beatles!

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