miércoles, 21 de febrero de 2018

EL SATE QUE NUNCA EXISTIÓ


Se cumplen hoy dos meses de su publicación. Que sepamos, ni el gobierno local ha dado una explicación ni la oposición ha hecho una mísera pregunta. O sea, que el anunciado Servicio de Atención a Turistas Extranjeros (SATE) sigue durmiendo no se sabe muy bien qué sueños. Bueno, el de las fruslerías y el de las mendacidades. Ahí se encuadran. Dudosa capacidad de gestión y poco apego a la necesidad turística. Es lo que hay.

Hace dos meses, en efecto, que publicamos la entrada que, naturalmente, hoy vamos a reproducir. Poco caso le hacen al bloguero. Pero eso es lo de menos. Lo grave es generar expectativas y luego dejarlas pasar. Ejemplo de desidia política y de importar cuatro palmos de narices el incumplimiento. Total, ¿qué es una raya más para un tigre? Para anunciar y no hacer, es preferible no anunciar.

En fin, lo que escribimos y publicamos el 21 de diciembre de 2017 era lo siguiente:



“En estas cosas que se repescan durante los últimos días del año, esas consignadas a beneficio de inventario, aparece en el Puerto de la Cruz, en medio del sueño inabarcable de las infraestructuras que goza el gobierno local, forzado a destacar la conexión para la carga de vehículos eléctricos como válvula de escape, aparece el SATE.

¿Qué es el SATE? Son las siglas del Servicio de Atención a Turistas Extranjeros, cuya creación e implantación fue anunciada en el curso de una Junta Local de Seguridad celebrada el pasado mes de julio, fruto -decían entonces los responsables- de un convenio entre el ministerio del Interior y el Ayuntamiento, que ya estaba redactado -decían más- y solo estaba a la espera de las rúbricas pertinentes. El Servicio quedaría instalado en dependencias municipales pero eso sí -seguían diciendo- gestionado por efectivos del Cuerpo Nacional de Policía. “Establecer un nuevo medio que ayude a incrementar la experiencia positiva que recibe el turista en el Puerto de la Cruz, con el objetivo de fidelizar al visitante”, declaraban como intenciones.

Eso fue en julio pero del SATE nunca más se supo. Bueno, sí: a finales de agosto, con la finalidad de estudiar y aplicar las directrices del ministerio del Interior para llevar a cabo en zonas turísticas después de las acciones terroristas perpetradas en Catalunya, en el curso de otra reunión en el Ayuntamiento mantenida por responsables municipales y policiales, se vuelve a mencionar que el Servicio está a la espera del mencionado convenio.

Hasta que en las primeras fechas de octubre se anuncia que es inminente la apertura del SATE cuya sede sería la antigua oficina de turismo, ubicada en plaza de Europa que también aspira a acoger -esas al menos son las intenciones del gobierno municipal- las dependencias de la policía local. Se hablaba incluso de algunas características de funcionamiento: dos policías, de lunes a viernes, con servicios de traducción e intérprete que ofrecería el Ayuntamiento.

Termina diciembre, termina el año y no se sabe si ha sido necesario revisar el convenio o de qué depende para su firma, ni si ya ha sido trasladado y a dónde el departamento de turismo -¿no había también recursos humanos de otras áreas de la administración local?- ni si los supuestos preparativos del personal que ha de funcionar en el Servicio han culminado felizmente, de modo que el SATE esté, desde su apertura misma, lo que se dice en plenitud de prestaciones, tanto que se quiere “fidelizar al turista”, especialmente -otro suponer- a aquel que haya podido sufrir alguna contingencia de esas que no dan ganas de repetir la visita.

En definitiva, ¿qué fue del SATE? Habría que ser más cuidadosos y precavidos con anuncios de este tipo y con las gestiones que se requieren para poner en marcha nuevos servicios que se desnaturalizan o son tomados muy poco en serio cuando pasan semanas y meses sin que se vea un avance, siquiera con la firma de un convenio que parece más un codiciado objeto de propaganda política antes que un instrumento indispensable para que las partes expresen y conozcan sus obligaciones con el fin de materializar el servicio.

Termina 2017 y ni SATE ni sombras de su alumbramiento.

Es lo que tienen esos inventarios en cuyo ¿haber o debe? se anotan, sin seguridad alguna, proyectos o propósitos que luego no se cumplen. Total, el papel aguanta todo lo que le echen, que se decía antiguamente. Ahora, en algún sitio repiten algo así como 'maldita hemeroteca'”.



Se van a cumplir los dos primeros meses de 2018. Un toque poético, de Silvio Rodríguez, para acabar: “¡Y cómo pasa el tiempo!”.






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