lunes, 18 de diciembre de 2017

HUMOR DESCAFEINADO, SIN CHISPA

No es una broma macabra, pero casi. Es de esos mensajes que, dichos con cierto don de la oportunidad, se incrusta e invita a reflexionar sobre la realidad y la trayectoria de hechos o entidades. Como somos un pueblo tan dado a la desmemoria, impulsada por la volubilidad, conviene tenerlo en cuenta siquiera para estimular ese frágil espíritu crítico que nos caracteriza.
El humor de la tele canaria es ofensivo para la inteligencia, ha venido a decir el dúo de humoristas Piedra Pómez (Francisco Santana y Gregorio Figueras, o sea, Sioni y Fefa), que se predispone a conmemorar treinta años de ejercicio combinado, esto es, alternando sus ocupaciones profesionales con las actuaciones en escenarios y platós. El mensaje llega en un momento de zozobra para la Radiotelevisión Canaria, pendiente de la viabilidad de concursos para informar y de los enésimos equilibrios políticos, además de una amenaza, más o menos superable, de no emitir señal. Las próximas fechas serán decisivas: serán unas celebraciones, cuando menos, entretenidas.
Pero bueno, el caso es que a Piedra Pómez no le gusta el modo de hacer reír que se estila en la televisión autonómica. Denuncia una inhibición, una suerte de desentendimiento de la realidad social, siquiera para ser tratados con humor e ironía. Para discernir si es una tónica impuesta desde las alturas y los despachos o si no se quería amargar más a los canarios su propia existencia. Porque el género, no: el humor -que es cosa seria, como diría el periodista catalán Ricardo Pastor- siempre vende, aunque claro, debe reunir unos mínimos.
En cualquier democracia, bajo gobiernos de todo signo, aunque mejor tolerados en los de izquierda, en televisiones públicas siempre hubo espacios para la sátira y el desenfado. Algunos hasta se convirtieron en guías correctoras de medidas políticas gubernamentales. Pero, en efecto, si el tratamiento, los guiones y las adaptaciones no estaban actualizados, no eran fácilmente identificables por el espectador, difícilmente lograrían la continuidad y el respaldo de los televidentes que siempre buscan una vía de escape o de evasión de los problemas con los que han de convivir. La conclusión es la de Piedra Pómez: un humor descafeinado o desabrido, el predominio del acriticismo.
Cierto que la televisión canaria contó con humoristas y programas de postín que, con el paso del tiempo, fueron modulando sus propias trayectorias. Es más, han ido surgiendo, con nivel y acogida desigual, figuras que cultivan esta modalidad de hacer reír a los demás. Es difícil mantener el nivel en el género cómico, mucho más si el ingenio y la creatividad terminan incurriendo en la rutina o si se ven condicionados por algún factor que, sin llegar a la censura, se resumen en la idea 'esto no se toca'. Que viene a ser lo mismo.
Entonces, el adocenamiento es inevitable. Es la interpretación que puede hacerse del mensaje del dúo humorista canario, valiente y perspicaz. La tele canaria, con excepciones, ofrece un humor sin chispa, poco atractivo, incapaz de crear opinión al día siguiente de su emisión. Hay que estar atentos y pegados a la realidad. Si alguien ha pensado que no debe mezclarse la política o problemas sociales con tintes cómicos, se respeta esa opinión pero está bastante equivocado. ¿Por qué no tratar, por ejemplo, con gracia, sátira y desenfado, el caso de las explosiones submarinas en aguas de Fuerteventura?
Igual es por lo que afirma Piedra Pómez: prefieren ofender la inteligencia.

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