sábado, 16 de diciembre de 2017

'GUANAJO', SÍNTESIS DE VIVENCIAS


Hay dos referencias de Gregorio Dorta en la memoria personal. Una tiene que ver directamente con la práctica del deporte. La otra, con la comunicación deportiva que durante un tiempo desarrollamos conjuntamente.
        Dorta es alto. Esa estatura le convertía en un privilegiado para jugar a baloncesto. En el instituto le animaban sus compañeros, sobre todo, a superar la lentitud en los movimientos del “centro” o del ‘5’, una circunstancia natural en casi todos los que ocupan esa posición. Pero le estimulaban también a ser más duro, a emplear más los codos, a desenvolverse en la zona -en “la llave” se decía entonces- sorteando el poderío o las artimañas de los adversarios. Porque Goyo era alto pero también blando. Forzaba muchas personales pero recibía mucha “leña”.
        Y con esos perfiles descubrimos un jugador, un pivot, allá a principios de los años setenta. Debieron ser las penúltimas opciones del baloncesto local que pugnaba por contar con un patrocinador estable y disponer de una cancha propia mientras habría de conformarse con jugar en el habilitado parque San Francisco. Goyo era “el Romay” de aquel Ucanca redivivo. Le llovían golpes, manotazos y empujones; pero solía terminar con un buen índice anotador. Era proclive a la desmoralización cuando las cosas no le salían bien pero se animaba a medida que los entrenadores o los espectadores le “picaban”.
        La otra referencia es la de la información deportiva. Residenciado en La Vera, se incorporó al equipo de corresponsales de Radio Popular de Tenerife (COPE) que prestó una formidable cobertura al deporte provincial durante varias temporadas. El Vera se codeaba entonces en las primeras categorías del fútbol regional y su equipo de juveniles atravesó también una fecunda etapa de producción de futbolistas. Ahí estaba Gregorio Dorta, puntual cada fin de semana, esmerándose por enriquecer la actualidad de los deportistas de aquel barrio enclavado en el centro del valle.
        En esta segunda faceta, fue atesorando experiencia hasta el punto de que sus más allegados, con esa tendencia a colocar motes que tienen los portuenses, le bautizaron como ‘Parrado’, en alusión al periodista deportivo que se inició con José María García en Hora 25. Se acercó al C.D. Puerto Cruz, cuando éste aún competía con los grandes; al Puerto Cruz de balonmano que llegó a militar en la División de Honor jugando en el pabellón ‘Díaz Molina’ después de un codicioso ascenso; al Martiánez de waterpolo que hacía frente a los poderosos equipos catalanes; a la lucha canaria; a los juveniles nacionales y a los Marlins de béisbol, campeones de Europa aunque mucha gente aún no lo sepa.
        En varias emisoras de radio está el sello de Gregorio Dorta. Informaciones en directo, aunque fuera a horas intempestivas, utilizando la primera cabina al alcance y luego las modernas tecnologías que tanto han facilitado el trabajo de quienes habían de moverse en los ámbitos modestos o minoritarios del deporte.  Transmisiones, crónicas telefónicas, impresiones sobre el terreno y grabaciones con prisas o en condiciones de cierta tensión se acumulan el bagaje de producción informativa de alguien al que sobrevino la vocación desde su propia práctica baloncestística.
        Pero resulta que Dorta tiene también su inquietud por la escritura. Ahí donde le ven tienen a un lector empedernido, a alguien movido por sentimientos de búsqueda de valores en los libros que le han ido cautivando. Es una vena que ha ido fluyendo, que ha mantenido casi en secreto y que ahora, cuando aflora, revela sin alardes la voluntad de dar un paso, mejor dicho, un salto en su propio quehacer. Se empeñó en un libro y aquí está.
        Escribe cuentos, le gusta el género. Sus vivencias, en las canchas y en las gradas o las cabinas de los recintos deportivos, desde donde informaba, son su fuente de inspiración. Aunque no es la única, como el lector comprobará. Incursionó con su propio sitio ‘web’, buscó soportes fotográficos. Llevaba un par de años rumiando con un volumen modesto que proyectara esa vena y la escritura que ha ido modulando con ilusión y con ganas de no defraudar.
Las historias relatadas por Gregorio Dorta Martín inmediatamente hacen que el lector saque dos primeras conclusiones: su afición al fútbol, deporte al que dedica nueve narraciones; y por la escritura, que el propio autor recalca que es una pasión que surgió en su infancia.
Aunque nacido en La Orotava, ha estado más vinculado a la ciudad de Puerto de la Cruz, en la que enmarca muchos de sus relatos, que describen el pasado de la ciudad turística, sus rincones, olores y  paisaje, y en los que tienen un espacio especial numerosos vecinos de este municipio norteño, a los que el escritor hace un emotivo homenaje en cada una de las líneas que escribe sobre ellos.
Las narraciones surgen de los recuerdos amontonados desde su más tierna infancia, sobre todo las relacionadas con el deporte ‘rey’. En esos cuentos, el autor destaca los aspectos positivos del deporte como la honradez, el compañerismo, la perseverancia, la amistad, el esfuerzo, la dedicación, la superación y la colaboración entre otros.
En sus escritos, Gregorio Dorta se empeña una y otra vez en destacar las buenas acciones y comportamientos de los protagonistas de sus historias, acaso para demostrar que esos valores existen, aunque en el deporte de élite casi hayan desaparecido.
Al margen del futbol, el autor también aborda temas tan importantes para la sociedad en su conjunto como la inmigración, la educación o la defensa del medio ambiente.
Dorta, a propósito, se pone al lado de los valores humanos al hablar del rechazo al diferente.  En el cuento titulado El cangrego diferente, una vez más da una lección de humanidad al criticar la crueldad con los inmigrantes, en clara alusión a las personas que llegaron en patera a Canarias, sobre todo antes de la crisis económica,  con la única intención de buscar una vida mejor para ellos y sus familias. Deja vislumbrar la débil memoria de los españoles, especialmente de los canarios,  al hacer mención a la tradición emigrante de la población isleña, que abandonaban su tierra para buscar también una mejor vida, una aspiración tan legítima para unos como para otros.
En el relato ‘Don Benjamín Afonso, mi primer maestro’, el autor rememora la importancia de la enseñanza y la educación, pero sobre todo de los docentes. Subraya la motivación de los alumnos para que aprendan no sólo los conceptos académicos sino también los valores humanos, algo que se capta en cada una de las historias.
En Guanajo también alude a un asunto muy candente en los últimos meses en Canarias: la oposición a las prospecciones petrolíferas y la defensa del medio ambiente, esta vez de la mano de su hijo pequeño y de las reflexiones de éste ante la tragedia del ‘Prestige’, cuyo hundimiento, en noviembre de 2002, generó una marea negra que afectó especialmente a las costas gallegas. “Que la mancha no llegue a Canarias”, es la petición que hace su hijo de nueve años en su carta a los Reyes Magos,  una solicitud que sirve de excusa al autor para alertar de las consecuencias medioambientales y económicas que supondría para Canarias un desastre similar en las aguas de su entorno.
El amor es otro de los sentimientos que impregnan esta obra;  el amor por el otro, pero sobre todo el amor por la ciudad de Puerto de la Cruz, de la que describe rincones como el Parque Taoro o la playa de San Telmo a través de los recuerdos de su juventud. Añoranzas que fija en estos espacios, con una visión de su pasado  y su presente. A pesar de los cambios experimentados por la ciudad en su conjunto, el autor sigue apreciando esos lugares como zonas mágicas y especialmente bellas.
En definitiva, Guanajo es la síntesis las vivencias de un hombre bueno al que estimulaban de joven para que impusiera la autoridad de su estatura bajo los tableros y al que cariñosamente llamaban ‘Parrado’ cuando se consolidó como informador deportivo. Sus impresiones se desgranan con sencillez, la cualidad de la que humanamente también puede presumir.
Se empeñó en publicar y ya lo ha hecho. Gregorio Dorta quería contar. Sus cosas, sus impresiones. Y ya lo ha hecho. En cierto modo, es el relato de su vida.

N. del A.- Texto del prólogo del libro 'Guanajo' (Letrame.com), original de Gregorio Dorta Martín, presentado ayer en La Ranilla Espacio Cultural, Puerto de la Cruz).


 





       

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