miércoles, 18 de octubre de 2017

TRIBUTO A LOS FEDATARIOS



Fueron unos años duros, durísimos. Episodios crudos, amargos. Un vértigo informativo como no se había experimentado antes. A cualquier hora, incluso de madrugada, aviso de llegada. Y siempre el primer parte: el número, hombres, mujeres y niños, supervivientes… y número de fallecidos en el trayecto. Nos tocó entonces, a mediados de la década pasada, en la Delegación del Gobierno en Canarias. Las informaciones se amontonaban un día tras otro. La prensa extranjera acreditada pidiendo datos. La coordinación con los responsables de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, con algunas policías locales, con los dispositivos de emergencia de varias organizaciones. La instalación de tecnología avanzada para detectar y prevenir. La estructuración de un organismo supranacional, FRONTEX, con tal de ir tratando el asunto con el máximo rigor desde el punto de vista de la seguridad. El episodio de Las Raíces. Otro trágico en la costa lanzaroteña. La primera atención y el internamiento en algunos centros habilitados. Los procesos de devolución. La búsqueda de intérpretes. La visita del mismísimo presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, a algunas dependencias. Las críticas de algunos actores sociales y el respaldo de los obispos canarios a las políticas de acogida de entonces. Las reuniones al más alto nivel para empezar a encontrar soluciones desde la cooperación al desarrollo.
Fueron unos años duros, durísimos. Los años de un drama humano.
Un drama que puso a Canarias en el horizonte. Este es el título de una exposición que puede contemplarse hasta el 3 de noviembre próximo en el Parlamento de Canarias. Los ciudadanos africanos -y también de algunos países asiáticos- habían cedido ante las mafias que sin escrúpulos trafican con seres humanos y pusieron rumbo al horizonte, donde estaba Canarias como puerta de entrada la tierra de promisión.
La exposición es un modesto tributo al trabajo de periodistas y medios que entonces se afanaron en prestar una cobertura a la altura del fenómeno que era la inmigración irregular y el impacto que suponía en las islas y en un destino turístico. Los profesionales de la comunicación se esmeraron y hasta arriesgaron. Hubo imágenes que dieron la vuelta al mundo, sin exageración.
Esas fotos, entre otras imágenes y de tratamiento audiovisual, son los Testimonios de una respuesta civilizada, subtítulo de la exposición, que es una esmerada colección de los trabajos que dan fe del alcance de aquel drama, de las primeras medidas de acogida dispensada a las más de treinta y cinco mil personas que arribaron a nuestras costas en pateras y cayucos.
Los informadores, los redactores, los fotoperiodistas, los ‘freelances’ y los cámaras hicieron un trabajo descomunal durante la que se conoce no solo coloquialmente como la ‘crisis de los cayucos’. Fueron fedatarios de un fenómeno singular que vivimos muy de cerca. Tienen su lugar en la historia. De ahí que este reconocimiento que entraña la exposición sea considerado como eso, como un tributo a su trabajo y a sus desvelos. Reproducciones de páginas e informaciones, fotos en la orilla y en los riscos, imágenes televisivas y crónicas radiofónicas dan contenido a la iniciativa que coincide con una reunión del Grupo de Trabajo ‘Movimientos Migratorios y Derechos Humanos’ de la Conferencia de Asambleas Legislativas de las Regiones Europeas (CALRE).
Sin tales testimonios sería difícil comprender aquellas páginas, tan delicadas, aquellos años tan duros, aquellos episodios tan crudos.

No hay comentarios: