sábado, 11 de febrero de 2017

SE JUBILÓ JULIO RODRÍGUEZ CARRILLO, ARQUITECTO

Julio Rodríguez Carrillo, arquitecto jefe de la oficina técnica municipal del Ayuntamiento portuense, recogió, durante la emotiva y alegre despedida que le tributaron sus compañeros, lo que ha sembrado durante su desempeño profesional activo: el respeto, el aprecio y el afecto. Una cuestión de talante: Julio lo tiene y casi todos -concejales de Urbanismo que son y han sido, incluidos- le arroparon en una celebración jubilar que le pilló de sorpresa (no tanto a su familia que fue cómplice de los preparativos).

Cuando iba para arquitecto, acreditó maneras sobradas en distintas disciplinas deportivas: futbolista, nadador, tenis de mesa y hasta saltador. Se formó en los Salesianos, de La Orotava; pero sus escenarios natiurales estaban en San Telmo, El Penitente y El Peñón. Allí siempre se vio a un joven delgaducho, ya conspicuo en esto de jugar de defensa central o de delantero centro, mantenerse entero durante veinticuatro horas jugando al ping-pong o cruzar a La Cebada, pese a los peligros del célebre cantar.

Pero también tuvo madera de actor. ¡Cómo que aún la contrasta en el grupo La Pandilla! En aquellos años de juventud arrebatadora, hizo escala en hi-fi, en el parque San Francisco y el caluroso salón de actos del antiguo colegio de los Agustinos.

Después vinieron los años de estudios universitarios, en Las Palmas de Gran Canaria, con las ganas de acabar la carrera y la ilusión de retornar cada cierto tiempo para estar al lado de los suyos, en la calle Santo Domingo, y hasta en el callejón de Pacheco para asistir a la misa de la capilla de los Pérez, reclamado por Irlanda.

Accedió al Ayuntamiento y sustituyó a Joaquí Jalvo en la jefatura de la oficina. Llegaron los planes de ordenación y los especiales, y las ordenanzas de uso, y las infracciones, y los siniestros -alguno, por cierto, al lado del domicilio familiar-, y las medidas de precaución que era necesario adoptar en determinadas situaciones. Las denuncias y las infracciones urbanísticas, las reuniones para interpretar el derecho urbanístico y los informes de los proyectos..., en fin, todo eso que forma parte de la gestión técnica en un municipio de las peculiaridades que tiene el portuense.

Al cabo de tantos años, Julio Rodríguez Carrillo pasa a engrosar las clases pasivas. Su esposa, Lupe, y sus hijas, le acompañaron y agradecieron la iniciativa de su original celebración en la que pudo percibir el afecto que ha sabido granjearse. Reconoció que era difícil mantener el tipo pero él lo hizo, sabiendo que a su alrededor se desplegaba eso que no se prodiga tanto en la sociedad de nuestros días: la relación social y amistosa, la que queda en medio de una deshumanización progresiva.

Un escenario artesanal e improvisado, unas sorpresas domésticas y un brindis por la saluid y el futuro completaron la jornada, pródiga en evocaciones y anécdotas. ¡Feliz jubilación y buena suerte!

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