jueves, 16 de febrero de 2017

LA DEMOCRACIA, DAÑADA

El todopoderoso líder de Podemos, Pablo Iglesias, igual reparte algún beso en el Congreso que aplaude en pie ardorosamente la exposición de algún compañero de su bancada que gesticula con un “baja, si te atreves” dirigido a un diputado del Partido Popular, Ángel González, quien le habría amenazado desde su escaño con un “¿Quieres que vaya o qué?”. Las partes deberían reflexionar sobre este comportamiento, ya advertido por la presidente de la Cámara, Ana Pastor, impecable en su mesurado modo de llamar la atención:

-Ruego respeto y silencio para el orador (en ese momento intervenía el ministro Montoro), el mismo que se merecen todas sus señorías. Veo que mis palabras no son muy teniads en cuenta. Tengo una función muy complicada pero les puedo asegurar que en el orden se va a mantener en esta Cámara. Lo primero es respetar si quieren que nos respeten los ciudadanos. El respeto se gana respetando a los que pueden ser sus oponentes políticos pero que representa a los españoles...

Porque, en efecto, no está el horno de la política para más bollos de encono público entre sus ejercientes. Incluso a quienes entienden poco de debates, a los menos familiarizados con sus entresijos y hasta se disgustan con ellos y los contemplan con desdén, les molestan y no escatiman críticas ni rechazo cuando contemplan escenas como las vividas en la sesión de control al Gobierno en la Cámara baja.

A las Cortes se va a trabajar, a defender ideas, a intercambiar criterios, a expresar con rigor y hasta con ironía crítica (quienes sepan hacerlo) los planteamientos que ilustren a la ciudadanía. Sobra, pues, la gestualidad chabacana. Y no digamos el lenguaje verdulero, pletórico de groserías, ante el que luego llegan a escandalizarse si lo prtotagonizan otros y lo siguen en redes sociales, debates internos o medios audiovisuales donde dan rienda suelta a tacos, soeces y dichos insultantes o descalificadores.

El Congreso no se puede convertir en un circo, en un escenario barato de expresiones malsonantes, en una representación repudiable alejada de la auténtica finalidad en el templo de la democracia. Por eso, es tan plausible la intervención de la presidenta Pastor, apelando a algo tan elemental como es el respeto para dejar hablar y permitir ser escuchado, como rechazables los desafueros de aquellos diputados que se ganan a pulso las antipatías al conducirse de forma tan impropia e inadecuada. Se dirá que siempre ha habido incidentes de este tipo, que en legislaturas anteriores también hubo episodios lamentables; y es verdad. Pero no es menos cierto que la democracia madura y que a estas alturas, además de seguir ponderando lo importante que son las formas en política, ya hay (un suponer) experiencia y tablas suficientes como para evitar manifestaciones de tensión cercanas a la riña zafia y cuartelera.

Que mediten las partes cuando repasen el video de la sesión y el diario de sesiones. Esas estampas no solo no les favorecen sino que hacen un flaco favor a la democracia. ¿Serán conscientes de lo que transmiten a la ciudadanía? ¿Se quejarán luego de la desafección política? País.

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