viernes, 25 de noviembre de 2016

FALSEDADES

Que el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos va a tener repercusión hasta en las redes sociales, lo acredita la iniciativa tomada por el fundador y propietario de 'facebook', Mark Zuckerberg, quien dice tomarse muy en serio la desinformación, concepto con el que elude hablar de noticias falsas e ir anticipando la necesidad de corregir la difusión de bulos.

Mal deben andar las cosas en ese inmenso e incontrolado espacio como para que Zuckerberg, asesores y allegados hayan dado ese paso. El papel de las redes empieza a ser severamente cuestionado, especialmente desde que se constata que no hay información veraz sino desvirtuada por intereses espurios, afanes perversos y ganas de contravenir, utilizando para ella métodos o recursos poco éticos o de dudosa legalidad. No será fácil luchar contra ellos pero ya se habla de sistemas de prevención que funcionen a base de algoritmos y de equipos humanos específicos, compuestos por expertos externos, como antídotos. Disponer de botones que alerten es otra de las opciones instrumentales técnicas con las que afrontar estos problemas que claramente merman el papel de las redes y su propia credibilidad. Por no hablar de la responsabilidad, que también es exigible -ya está bien de refugiarse en la libertad de expresión- y alimentará una parte sustanciosa de este debate que ahora se abre con el plan de Mark Zuckerberg para corregir el rumbo y hacer de las redes un espacio más cabal y más habitable. Eso de ir perdiendo usuarios que, además, hacen propaganda negativa, no favorece, ni mucho menos.

¿Qué pretende el fundador propietario de 'facebook'? Responde que acabar con el negocio de las noticias falsas. Cree que una buena parte de la desinformación está promovida por los que se benefician del spam o correo basura. Es una de las siete medidas estudiadas para su inmediata aplicación. También aspira a una detección más sólida para descubrir la desinformación, de modo que los usuarios se percaten de la falsedad antes de que lo hagan la propia red. Ello se conecta a otro apartado, consistente en escuchar a periodistas y expertos en comunicación con el fin de conocer a fondo sus sistemas de verificación y aprovecharse de los mismos.

Quizá todo se vea más claro cuando estén disponibles avisos más sencillos para frenar las noticias falsas. Será indispensable, en este propósito, contar con la aportación de compañías o corporaciones especializadas en la verificación de los hechos, algunas de las cuales parece ser que funcionan con muy buen rendimiento. Los usuarios deben advertir cuanto antes, si disponen de herramientas, las posibles falsedades. Para apreciar la inveracidad, los usuarios serán advertidos, sobre todo con aquellas historias de terceros que ya han sido marcadas como falaces. Esto obliga a acentuar la calidad de las informaciones relacionadas y que aparezcan entrelazadas debajo de una historia llamemos principal.

Hace bien Zuckerberg en no cruzarse de brazos. No solo hay que disuadir a quienes hacen un mal uso de la red, a quienes engañan, sino persuadir a los usuarios de un desenvolvimiento más seguro ante el teclado. Y es que el negocio, con tantas falsedades impunes, está en peligro.


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