sábado, 26 de noviembre de 2016

ÉTICA PERIODÍSTICA: TIEMPO DE EXIGENCIAS (I)

Ética periodística: tiempo de exigencias, es el título de la comunicación que presentamos hace unas fechas en el curso de un seminario convocado por los alumnos de tercer curso del grado de Periodismo en la Facultad de Ciencias Sociales, Políticas y de la Comunicación de la Universidad de La Laguna. La reproducimos en dos entregas, hoy y mañana.


Agradezco a los promotores de este seminario la oportunidad de intervenir y de compartir estas consideraciones, fraguadas al calor de un sentimiento vocacional y de una experiencia profesional que desemboca en el objetivo de querer un mejor periodismo y de ambicionar, sanamente, un digno ejercicio profesional que se corresponda con las exigencias de la sociedad de nuestros días.

“Estos tiempos de crisis en el sector necesitan, más que nunca, de periodistas bien preparados, lúcidos y honrados. La libertad para escribir en democracia y sin censura, pero también para iluminar sombras, denunciar injusticias y delitos de los poderosos, quebrar los tabúes, evitar el sectarismo, no caer en la trampa de servirse de la página editorial como arma arrojadiza para intereses que no son los del lector, para ventilar disputas personales. La respuesta está en el rigor, el vigor, la firmeza y la humildad. La prensa tiene mala prensa entre amplios sectores de ciudadanos a los que no les parece que cumpla con su deber”.

Estas son palabras del ganador del III Premio Internacional de Periodismo “Cátedra Manu Leguineche” y autor del libro “Deontología periodística”, Roger Jiménez. Nos parecen bastante ilustrativas para condensar el diagnóstico de los males que nos aquejan y los ideales o principios de quienes han escogido este camino para realizarse profesionalmente. Fíjense que habla de rigor, vigor, firmeza y humildad, sin duda cualidades muy preciadas para ejercer con solvencia. Preparación, lucidez y honradez, dice el profesor Jiménez más arriba, virtudes no menos relevantes. Seguro que haremos referencia a todas ellas en el curso de la presente exposición.

Porque se trata de informar mejor, de opinar con sólidos fundamentos y de ejercer, en definitiva, con espíritu de superación para ser mejores periodistas y para especializarse de forma cabal y consecuente. Hay que romper esa apreciación bastante extendida de la mala prensa que tiene la prensa. Claro que no es fácil pero tampoco hay que arrugarse. El propio Jiménez, citando al célebre periodista italiano Indro Montanelli, afirma que solo es posible combatir la tendencia abrazando los principios éticos, procurando que los profesionales del periodismo hagan bien su trabajo: “Que no pierdan -dice- su conciencia crítica, que no la sustituyan por la conciencia empresarial o por la de los poderosos que pugnan para que ciertas noticias no salgan a la luz. La independencia de un periodista depende únicamente del periodista”. El pensamiento de Montanelli es revelador: “Quien quiere hacerse respetar puede hacerse respetar. Son contados los editores de medios, privados o públicos, que se atreven a enzarzarse en una guerra con un periodista de carácter y que goce de un cierto crédito ante la opinión pública. Esta es la verdadera garantía de su independencia, no este o aquel aspecto empresarial de la editora”.

Abrazar principios éticos para desempeñar el cometido con solvencia. Quedémonos con esta idea para dimensionar el papel del informador o del periodista. Porque para Roger Jiménez, quien fuera director adjunto de La Vanguardia y presidente de la Asociación de la Prensa de Barcelona, “parece como si los periodistas hubieran perdido el rumbo de su oficio y la orientación acerca del papel que les corresponde en el gran teatro del mundo”. Claro que no quiere mostrarse pesimista “porque estoy persuadido -revela- de que todavía quedan profesionales románticos, conscientes de su cometido de servicio al público y plenamente dedicados a la tarea de intentar llevarlo a la práctica en beneficio de la sociedad, que debe implicarse cada vez más en esta tarea “cómplice” de exigencia deontológica”.

Hablemos de esta exigencia. Debemos consignar que la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), en la que están integradas las de Tenerife y Las Palmas, ha aprobado y dispone de un Código Deontológico cuyo preámbulo nos permitimos reproducir porque es una premisa bastante significativa:

“En el marco de las libertades civiles consagradas en la Constitución, que constituyen la referencia necesaria para una sociedad plenamente democrática, el ejercicio profesional del Periodismo representa un importante compromiso social, para que se haga realidad para todos los ciudadanos el libre y eficaz desarrollo de los derechos fundamentales sobre la libre información y expresión de las ideas.


“Como su sujeto e instrumento de la libertad de expresión, los periodistas reconocen y garantizan que su ejercicio profesional es el cauce de manifestación de una opinión pública libre dentro del pluralismo de un Estado democrático y social de Derecho.
“Pero los periodistas, también, consideran que su ejercicio profesional en el uso y disfrute de sus derechos constitucionales a la libertad de expresión y al derecho a la información, está sometido a los límites que impidan la vulneración de otros derechos fundamentales.
“Por ello, a la hora de asumir estos compromisos, y como verdadera garantía que ofrece a la sociedad española, a la que sirve, la profesión periodística entiende que le corresponde mantener, colectiva e individualmente, una intachable conducta en cuanto se refiere a la ética y la deontología de la información. Los periodistas, integrados en la Federación de Asociaciones de la Prensa de España, se comprometen con la sociedad a mantener en el ejercicio de su profesión los principios éticos y deontológicos que le son propios”.
Vayamos desmenuzando algunos conceptos de este preámbulo. Habla del sistema de libertades civiles y del ejercicio del periodismo como un importante compromiso social, sostén del desarrollo de derechos fundamentales relativos a la libre información y expresión de las ideas. Da por hecho que canaliza una opinión pública en el marco de las características del Estado consagrado en el artículo 1 de la Constitución de 1978. Advierte que hay límites pues no se puede vulnerar otros derechos fundamentales, y concluye que la profesión debe velar por el mantenimiento, individual y colectivo, de una intachable conducta en lo concerniente a la ética y la deontología de la información.
El Código de la FAPE está dividido en tres partes. En la primera se recogen los denominados Principios generales. La segunda está dedicada al Estatuto y la tercera incluye los Principios de actuación.
Es menester detenerse en algunas ideas básicas que ayudan a valorar la importancia de una herramienta de esta naturaleza. Para informar, para escribir y para opinar, hay que saber manejarla. Y la destreza se consigue no solo con los conocimientos teóricos sino a base de oficio.
Por ejemplo: el primer compromiso ético del periodista es el respeto a la verdad. Eso significa que hay que defender la necesidad de la libertad de investigar para luego difundir con honestidad tanto la información como la libertad del comentario y de la crítica.
Algo en lo que hay que insistir las veces que haga falta pues abundan los incumplimientos que, a su vez, degeneran en errores, falacias y distorsiones: el periodista respetará el derecho de las personas a su propia identidad e imagen, de modo que tenga muy presente los siguientes considerandos:
a) Solo la defensa del interés público justifica las intromisiones o indagaciones sobre la vida privada de una persona sin su previo consentimiento.
b) En el tratamiento informativo de los asuntos en que medien elementos de dolor o aflicción en las personas afectadas, el periodista evitará la intromisión gratuita y las especulaciones innecesarias sobre sus sentimientos y circunstancias.
c) Las restricciones sobre intromisiones en la intimidad deberán observarse con especial cuidado cuando se trate de personas ingresadas en Centros hospitalarios o en instituciones similares.
d) Se prestará especial atención al tratamiento de asuntos que afecten a la infancia y a la juventud y se respetará el derecho a la intimidad de los menores.
El periodista debe asumir el principio de que toda persona es inocente mientras no se demuestre lo contrario, principalmente cuando los contenidos informativos estén sometidos al conocimiento de los tribunales de justicia. No es lo mismo un acusado que un condenado; no es lo mismo un reo que un delincuente. El término presunto/presunta se convierte pues en una referencia primordial.
Pide el Código que se extreme el celo profesional “en el respeto a los derechos de los más débiles y los discriminados”. En este sentido, es taxativo cuando expresa que:
a) Debe, por ello, abstenerse de aludir, de modo despectivo o con prejuicios a la raza, color, religión, origen social o sexo de una persona o cualquier enfermedad o minusvalía física o mental que padezca.
b) Debe también abstenerse de publicar tales datos, salvo que guarden relación directa con la información publicada.
c) Debe, finalmente, y con carácter general, evitar expresiones o testimonios vejatorios o lesivos para la condición personal de los individuos y su integridad física y moral.
El ejercicio de la profesión periodística debe estar amparado en unos derechos y deberes que darían carta de naturaleza a un Estatuto profesional para garantizar su independencia y equidad en el desempeño de dicha profesión. Por ello debe estar amparado, en su empresa o por las organizaciones asociativas o corporativas, para mantener el secreto profesional o vigilar el cumplimiento por parte de las administraciones e institucionales públicas de su obligación de transparencia informativa. No menos importante es que respete y haga respetar los derechos de autor que se derivan de toda actividad creativa.
Los Principios de actuación establecidos en el Código Deontológico de la FAPE orientan el desempeño profesional más adecuado. Habría que tomárselos con un sentido de mayor autoexigencia. Recordemos que hay un compromiso con la verdad, luego no hay que falsificar documentos ni omitir informaciones esenciales ni tampoco publicar material informativo falso, engañoso o deformado.
Se alude en esta tercera parte del Código a dos situaciones poco frecuentes en el ejercicio cotidiano. Por una parte, la oportunidad de replicar: sin necesidad de que los afectados acudan a la vía judicial, el periodista deberá facilitar a las personas físicas o jurídicas la adecuada oportunidad de replicar a las inexactitudes. Y por otra, el escrupuloso respeto al método off the record, “cuando haya sido expresamente invocado o se deduzca que tal fue la voluntad del informante”.

Una apreciación importante dentro de este apartado. Se señala que “el periodista establecerá siempre una clara e inequívoca distinción entre los hechos que narra y lo que puedan ser opiniones, interpretaciones o conjeturas, aunque en el ejercicio de su actividad profesional no está obligado a ser neutral”. Y nada de primas ya que “no aceptará, ni directa ni indirectamente, retribuciones o gratificaciones de terceros, por promover, orientar, influir o haber publicado informaciones u opiniones de cualquier naturaleza”.
(continuará mañana).

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