sábado, 1 de octubre de 2016

EL CUARTO PERIPLO

Con octubre llega la cuarta edición de Periplo, el festival internacional de la literatura de viajes y aventuras que el Puerto de la Cruz acoge como una de la convocatorias anuales válidas para proyectar su oferta turística y sociocultural con un cierto aire de distinción y originalidad. Las anteriores han servido para abrir nuevos caminos y demostrar que era posible cruzarlos con voluntad y con ideas. Arrancar y echar a andar era lo más difícil y está logrado. Ahora se trata de avanzar con pasos firmes, bien pensados, renovándolos y hacer sostenible una iniciativa con la que identificarse y que los portuenses deben hacer suya como una de las opciones que han cultivado con decoro y con esmero.

El viaje y su razón de ser, su significado, y hasta su simbología. La aventura, las emociones, las particularidades, los descubrimientos, las experiencias, personales, familiares o de grupo… De todo eso se hablará en esta edición que quiere dimensionar la odisea con una programación llena de sugerencias y atractivos que entrañan todos los alicientes para hacer del viaje, como define el escritor Antonio Lozano, “un acto grandioso, memorable, maravillosamente sobrehumano”.

Hasta navegar por el sitio web ya disponible (www.festivalperiplo.com) resulta una oportunidad para acercarnos a la multiplicidad de las visiones del viaje. Del 10 al 16 de octubre, habrá testimonios, charlas escolares, exposiciones, espectáculos al aire libre, talleres y actividades que seguro terminarán impulsando las ganas de viajar, mucho más cuando una de esas aristas, según palabras del propio Lozano, es “el enfrentamiento al planeta, la proeza gigantesca, el desafío rayano en la temeridad”. Lo conoceremos de viva voz, las de Rosa María Calaf, Javier Reverte, Miguel Lozano y Sebastián Álvaro: sus retos, sus interpretaciones, sus sellos, su incesante afán de búsqueda, sus vivencias, su insaciabilidad de conocimiento y sus vivencias, desde las grandes urbes a los paisajes inhóspitos, desde los abismos oceánicos a los techos de la tierra.

Todo da a entender que hay elementos suficientes para contrastar la aspiración que germinó esta convocatoria: que la ciudad sea el núcleo desde donde irradien las experiencias de dos factores básicos en su historia y en sus gentes, los viajeros y la cultura, componentes, en efecto, del cosmopolitismo, del aperturismo, de los avances sociales, del mestizaje y de la multiculturalidad que termina imponiéndose.

Periplo, con estos enfoques programáticos y con una progresiva madurez en su organización -para todos los públicos, para todas las edades-, debe rezumar la esencia misma de una pequeña urbe a la que han llegado tantos y tantos viajeros que hasta resulta un tributo que se les rinde, pero no para poner punto final, precisamente; sino para seguir estimulando, con la cultura y el arte, con la creatividad, con los frutos de las experiencias, el interés del ser humano en desplazarse a otras latitudes para conocer y disfrutar,


Sencillamente, para vivir.

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