lunes, 5 de septiembre de 2016

...Y ESTALLÓ

Valorar el momento, la oportunidad, el instante… En todos los órdenes, pero en la política, mucho más; tal como se han puesto las cosas, tal es el vértigo informativo. Y cuesta acertar, porque en muchos casos, por no decir la mayoría, depende de terceros. Se puede estimar, calcular y ejecutar con la máxima precisión pero hay factores ajenos que se escapan del control propio y por ahí empieza a quebrar el alcance del objetivo. Hacer coincidir con un aniversario (conmemorar), programar convenientemente hasta la víspera, rescatar de la memoria… todo ello tiene su importancia en cualquier elemental estrategia pero no siempre hay fortuna y tino.
El caso de la propuesta del ex ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, es significativo en ese sentido. Nos ocupa ese aspecto del manejo gubernamental de la información.
El ejecutivo -o parte de él, por lo que se va sabiendo, pues algunos miembros confesaron su desconocimiento o echaron el balón fuera, “al no ser asunto de mi departamento”- facilita a los medios la noticia de la propuesta para ocupar un puesto en el Banco Mundial coincidiendo con la votación de la segunda investidura del candidato Rajoy. Ni el Telediario 2 de la televisión pública, emitiéndose en directo desde el exterior de las Cortes, llegó a tiempo. O no se enteró. En otras cadenas, hubo reacciones. Y en las redes se encendió la mecha sin contención.
Quede para quien la interpretación que se quiera de la administración de esa información. ¿De qué se trataba? ¿De eclipsar el resultado de la investidura fallida? ¿De desviar la atención hacia otra decisión del Gobierno cuyas consecuencias se consignarían en el debe porque qué es una raya más para un tigre? ¿Cuestión de resistir el penúltimo embate? Si había que cumplir algún plazo, ¿por qué aguardar hasta ese momento, hasta el preciso instante de la votación del segundo debate?
Y entonces, es cuando surge la gran pregunta: ¿por qué el Gobierno no dio a conocer antes su propuesta de Soria? Algunos lectores, puede que extrañados con la interrogante, estarán razonando: por razones obvias. Claro: ¿cómo habría discurrido el debate, tanto en la primera como en la segunda sesión, de haber trascendido? ¿Se imaginan ustedes la deriva? La respuesta está en la cantidad de afirmaciones y opiniones amontonadas a lo largo del fin de semana, algunas de ellas, por cercanía partidista y mediática al Gobierno, muy significativas para interpretar el descontento muy generalizado. A la pobre María Dolores de Cospedal le tocó otro marrón “diferido”, ustedes ya entienden.
En todo caso, un gran mérito del ejecutivo en funciones: quienes lo sabían, guardaron celosamente el secreto, como si de una ‘omertá’ se tratase. Impenetrables, no se filtró nada. Ni una rendija. Cumplieron al pie de la letra las indicaciones: nada se diga hasta el momento decidido. Más que el valor del instante, lo que importaba era lo otro: el silencio. Ya estallará.
Y estalló.


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