viernes, 2 de septiembre de 2016

INVERSIÓN Y CONEXIÓN

Promover la cohesión social, el crecimiento sostenible y la creación de empleo. Esta triple finalidad inspira la reivindicación de ejecutivos regionales y locales expresada en la pasada séptima Cumbre Europea de Regiones y Ciudades, celebrada en Bratislava con el lema “Invertir y conectar”, bajo los auspicios del Comité de las Regiones (CDR), un organismo consultivo que los representa. Tratan de que la Unión Europea (UE) incremente sus inversiones con tal de poder llevar a cabo políticas orientadas a la consecución de esos objetivos que se resumirían, sencillamente, en mejorar condiciones de vida.

Puede que sea la enésima formulación teórica de este tipo de reuniones pero guarda su importancia para las instituciones públicas, sobre todo allí donde sigue siendo inestable o desigual el sistema de financiación. En efecto, en la Declaración de esta cumbre se señala que el Comité Europeo de las Regiones respalda una visión de futuro para Europa que tenga unos horizontes distintos, no solo desde la perspectiva de la solidaridad, sino desde la optimización de los recursos. Y es que la gente que paga impuestos y que lee y escucha acerca de programas innovadores o inversiones millonarias quiere saber cuáles son los frutos de sus obligaciones o cómo se administran los activos que generan.

El caso de España es paradigmático en ese sentido. Aeropuertos que no funcionan, trazados de vías que no se abren, macroinstalaciones que luego no tienen unos mínimos de mantenimiento que las hagan viables, en fin, equipamientos o dotaciones que, a corto y medio plazo, van quedando obsoletas o inservibles. Hay que entender a dirigentes y responsables públicos que quieren lo mejor para su comunidad o para su ciudad y se esmeran con tal de alcanzarlo; pero no sobra racionalizar y actuar con criterios pragmáticos antes que derrochar, malgastar o profundizar en la brecha de la desigualdad que casi siempre se abre con caprichos o empecinamientos dignos de mejor causa.

De ahí que se ponga énfasis en esa meta de promover la cohesión. Claro que hay que reducir las diferencias regionales. Si disminuye la inversión pública, difícilmente se podrá contrastar el progreso y mantener o recuperar la confianza de los ciudadanos contribuyentes. El sector privado tampoco debe estar sentado a verlas venir, aún a sabiendas de los obstáculos que de facto se encuentra y que pueden frenar planes y proyectos. La cohesión social, tan en precario desde que terminara imponiéndose el discurso de la economía globalizada, necesita algo más que impulsos para su fortalecimiento. Las instituciones en general están llamadas a obrar con una demostrable voluntad política para convertirla en un principio básico de cualquier desarrollo o del mantenimiento de los niveles alcanzados. Orientar las inversiones en función de los resultados y coordinar las que asuman gobiernos regionales y locales con los ciclos económicos tanto de sus países como de la propia Unión Europea, son hechos que tienen que caracterizar los próximos tiempos. Teniendo como instrumento de trabajo la denominada revisión intermedia de los presupuestos de la UE, período 2014-2010, como la que también habrá de aplicarse, en el estricto ámbito de la cohesión para después de este último año, procede ahora comprobar los pasos prácticos que se dan para palpar que la cohesión se puede alcanzar y beneficiar los intereses generales.


Esos otros dos conceptos, en realidad, esos otros dos objetivos, el crecimiento sostenible y la generación de empleo, están interconectados. Habrán mejorado ciertos indicadores pero la crisis se resiste a abandonarnos, pese a que haya múltiples situaciones con las que manipular y hacer ver lo contrario. La exclusión, la pobreza, siguen siendo planteamientos vigentes en las agendas de los gobiernos. Veremos hasta dónde llega el CDR. 

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