martes, 28 de junio de 2016

'TROLL', IGNORANTE, INCULTO (Y A LA VEZ, DAÑINO)

Tenga un ‘troll’ en su red social. Y mucho cuidado con su doble o triple personalidad y con su juego dañino. A estas alturas, los usuarios -y hasta quienes no lo son- saben que se trata de “seres” que pululan en grupos y conversaciones predestinados a causar daño, a incordiar o molestar. Un profesor de la Universidad de Chicago, Timothy Campbell, llegó a definir a esta “figura” como alguien que siente placer al sembrar discordias en la red. Y un periodista peruano, Álvaro Reyes, considera que “un ‘troll’ es el usuario que participa en una discusión on line, con mensajes deliberadamente provocadores con la intención de interrumpir o desviar el curso del debate”.
         Su proliferación se ve favorecida por el relativo anonimato de la red. Es fácil su creación -una identidad supuesta- como también lo es que se preste a manipulaciones o ‘teledirecciones’.  Al carecer de ética y de principios digamos escrupulosos, esperen por su parte cualquier reacción, incluso la menos atemperada pues consideran que no están sujetos a regla alguna de cortesía o a prejuicios de responsabilidad social. O sea, que pueden hacer, poco menos, lo que les venga en gana. A medida que madure el papel del ‘troll’, y hasta que se resuelva o decida en algún sitio qué hacer con él, estamos ante un provocador nato. Hay especialistas que se han apresurado a considerar que es un mal inevitable y que es un riesgo con el que hay que convivir.

         Cuando se detectó detectada la concurrencia indiscriminada de ‘trolls’, fue la fundadora del Huffington Post, Arianna Huffington, la que promovió una campaña contra el ataque impune de los mismos.  Quería evitar el hostigamiento y las amenazas hacia los periodistas por parte de usuarios de redes que se esconden tras el anonimato. Los resultados no deben haber sido muy exitosos, a la vista de que el fenómeno se expande. Una medida inmediata del digital, por cierto, fue impedir la publicación de comentarios anónimos en sus foros, obligando por tanto a identificarse debidamente a toda persona que quisiera participar en un debate o una discusión.
        
         Según Álvaro Reyes, los que se dedican a esto, a título individual o formando parte de tramas interesadas en amedrentar o desprestigiar a quienes participan limpiamente en debates o meros intercambios de puntos de vista, tratan de confundir a la opinión pública. Por eso, el mismo autor considera que combatir a los ‘trolls’ no beneficiará solo a los periodistas sino que la audiencia también saldrá ganando.

Cabe aplicar aquel principio de que ni el delincuente ni el enemigo dormitan. Por consiguiente, el ‘troll’, si se empeña en fastidiar, lo tiene todo a su favor, prácticamente. Celia Blanco, directora del programa “Contigo dentro” (Cadena Ser), columnista de El Español,  después de defender como criterio básico que “el respeto debe imperar y todos deberíamos respetar al de enfrente”, lo dijo con claridad recientemente: “Los ‘trolls’ están sirviendo para desarrollar una paciencia infinita”. Su percepción de la personalidad de quienes encarnan este papel nos invita a ser más cautelosos todavía: “El ‘troll’ que va a hacer daño normalmente suele ser bastante ignorante o inculto”.

Pero hace daño, eso es lo malo. Y por tanto que hay que desenmascarar o extirpar.






No hay comentarios: