martes, 14 de junio de 2016

LENGUAS DE SIGNOS



Esta noche verán algunos edificios y sedes institucionales iluminados con azul turquesa, el color de las lenguas de signos, la expresión de una modalidad cada vez más implantada para garantizar la integración y el ejercicio de los derechos, deberes y libertades de las personas sordas y sordociegas. Antes, a lo largo de todo el día, se habrán sucedido actos en foros y sedes durante los que se haya puesto de relieve que tales lenguas son el resultado de un proceso de mutua interacción entre biología y cultura en el ser humano, a la vez que constituyen un gran exponente de su capacidad creativa y de adaptación.
Algunos rasgos de los intérpretes de la lengua de signos son inconfundibles: su vestimenta negra, por ejemplo; sus relevos naturales en los laterales de escenarios o estrados; su aparición en ventanas menores de pantallas televisivas; sus manos agitándose hacia el cielo como sinónimo de aplausos.
Hoy, en la conmemoración del Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas, su mensaje es muy claro: situar tales lenguas  en condiciones de igualdad en todas las esferas de la vida educativa, social, cultural, política y económica de la comunidad en la que se desenvuelven. Reivindican medidas que garanticen la protección de las lenguas, después del rango legal que ya han alcanzado.
Pero no basta con la Ley, como repiten. Es necesario identificarse, mediante traducción efectiva de acciones, para facilitar la plena integración de estas personas con discapacidad auditiva en la sociedad de nuestros días. Algunas instituciones están dando una respuesta estimable pero hay que profundizar, hay que perseverar para hacer efectivos los principios de solidaridad en la comunicación. Si se defiende la inclusión y la diversidad, hay que ser consecuentes para corresponder a ese grado de superación humana e integradora que ya han acreditado las asociaciones que agrupan a estas personas que, silenciosa pero muy gráficamente, están dando una auténtica lección.

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