lunes, 21 de marzo de 2016

PROGRAMAS DE POLÍTICA QUE FRACASAN

No es el primero -ni será el último- de los programas televisivos que retiran de la programación a las primeras de cambio, mejor dicho, apenas hayan sido emitidas dos o tres entregas. Se trata de “Toma partido”, una producción de Cuatro que nació con la pretensión de disputar liderazgos de horarios a espacios ya muy consolidados, como “El Intermedio” (La Sexta) o “El Hormiguero” (Antena3TV). Antes, entre otros, desaparecieron “Diario de Patricia”, “Cuestión de tiempo” (La 1) y “El legado” (también de La 1).
Las cadenas se esfuerzan en encontrar pero no hallan reclamos novedosos e innovadores. En la durísima pugna por la audiencia, ensayan y experimentan pero les resulta dificilísimo acertar. Acceder al 'prime time', donde ya hay productos que gozan de prestigio y han sabido introducir variables que giren en torno a la personalidad de sus conductores o presentadores, está siendo cada vez más costoso.
¿Agotada la imaginación? ¿Todo inventado? Las respuestas tienen que ser necesariamente negativas pero hay que acreditarlo con producciones que sean capaces de enganchar, más allá de lo soez, lo chabacano, lo reiterativo y lo desabrido.
Es lo que ocurrió con “Toma partido”, otro debate político. El formato, muy sencillo: un presentador y cuatro periodistas experimentados intercambiando criterios y opiniones. Un apartado para el público, no solo el del estudio sino el que estuviera en sus casas, una opción de interactuación -o eso se pretendía- de trescientos sesenta grados. El momento, decían sus mentores, era el más adecuado, con la investidura de Sánchez como telón de fondo. Ni siquiera el tratamiento de la actualidad del día y la solvencia de su moderador, Miguel Ángel Oliver, evitaron el fracaso. Cabe preguntarse si el personal está hastiado de política -procesada hasta robustecer el encono- y de periodistas y analistas que se repiten aunque salten de cadena en cadena. Por muy equilibrado que estuviera el elenco, no superaron los setecientos mil espectadores. La apuesta de Mediaset ha sido un fiasco, que se suma al ya experimentado con “Un tiempo nuevo”, otro formato de contenidos políticos que no gozó del favor de la audiencia.
Es lo que tienen estos reveses: de ellos hay que aprender, no solo para indagar nuevas preferencias de los telespectadores sino para ofrecerles algo que confirme que hay vida más allá de la política.



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