viernes, 12 de febrero de 2016

TITIRITEROS LIBERADOS



El juez, a petición de la fiscalía, terminó poniendo en libertad a los dos titiriteros protagonistas de una polémica que será recordada por la trascendencia adquirida. La sociedad española, cada vez más atónita con la cantidad de cosas raras e insólitas que están pasando, ha estado digiriéndola en plenos carnavales para amargar el que supone es un clima de diversión y desenfado. Para colmo, algunos medios internacionales relevantes han dispensado al hecho una atención que pone de relieve la desmesura con que se ha significado.
Una desmesura que va más allá de la estricta aplicación de las normas y pone en evidencia los contrasentidos no ya a la hora de interpretarlas sino de inspirar más desconfianza a la ciudadanía cuando ésta hace comparaciones, recurso fácil, si se quiere, pero inevitable, intentado hallar una explicación mesurada y lógica de las cosas.
Por ejemplo, una opinión tan autorizada como la del magistrado emérito del Tribunal Supremo, Martín Pallín, señalaba su discrepancia con la decisión judicial de encarcelar sin fianza a los dos titiriteros bajo la argumentación de una posible reiteración del delito, en tanto que estaban en libertad las cargos públicos del Ayuntamiento de Valencia acusados de blanquear dinero, que pueden seguir haciéndolo.
Y así, otras muchas situaciones con las que se prueba que la vara de medir  es distinta, según para quién y cómo. Que se hable de apología del terrorismo cuando hay que leer y escuchar cada cosa (más que insultos, más que amenazas) en esas redes y en algunas pantallas del demonio, es para indignarse, sobre todo por la impunidad imperante mientras se acogen -qué desfachatez-  al principio de la libertad de expresión Ahí también se aprecia el reino de la desigualdad.
El caso es que los titiriteros ya están libres pero aún no está dicha la última palabra pues alguna decisión judicial habrá que aguardar. Nunca la representación satírica originó tamaño escándalo. Razón tenía el poeta al cantar la figura:
“Y al llegar la noche/ en el viejo coche/ guardará los chismes;
Y tal como vino/ sigue su camino/ solitario y triste.
Y quizá mañana/ por esa ventana/ que muestra el sendero
nos llegue su queja/ mientras que se aleja/ el titiritero”.

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