jueves, 21 de enero de 2016

VEJÁMENES EN PRISIÓN



Circula en redes sociales un escalofriante testimonio obtenido por una cadena de televisión venezolana sobre el tratamiento recibido en una prisión por la esposa de Leopoldo López, político encarcelado, y la madre de éste. Ambas acudieron a visitarle, junto a los dos hijos menores de edad. La autoridad militar responsable del centro penitenciario se cebó, literalmente, en las dos mujeres que fueron obligadas a desnudarse y se sintieron desprotegidas, humilladas y vejadas. Omitimos los detalles, transidos de dolor, rabia e impotencia. Pero también de valentía -hay momentos en que esposa de López se dirige al coronel jefe- que es el soporte de la pugna personal que mantiene desde que el político fue encarcelado y de la causa que ha trascendido allende las fronteras venezolanas.
El episodio es la enésima prueba de la fractura social del país sudamericano y de los abusos de un régimen totalitario que ha devenido en el fracaso de la revolución que ya se adivina entre las propias filas del chavismo o del oficialismo. Leopoldo López, por el que abogó Felipe González en un viaje del que hubo de regresar apresuradamente, es considerado, junto a otros dirigentes opositores, un preso político y ha sido condenado como un asesino a raíz de unos desórdenes en los que murieron unas cuarenta personas.
López confía en su liberación que dependerá de la aprobación de una ley de amnistía y reconciliación nacional que la Mesa de Unidad Democrática (MUD) ha anunciado desde la pasada campaña electoral y ha ratificado en las primeras sesiones de la presente legislatura en la Asamblea Nacional. Mientras tanto, tiene que sufrir y soportar estos vejámenes a sus familiares más directos y más queridos.
Algo que espanta, ciertamente.

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