lunes, 14 de diciembre de 2015

VENEZUELA, NUEVA ERA

Se ha cumplido una semana del incontestable resultado electoral en los comicios legislativos de Venezuela. Apabullante triunfo de la oposición y doliente derrota del régimen, como se prefiera. A lo peor es un poco drástico, pero las revoluciones también mueren. Lo cierto es que una nueva era se inicia en el país hermano, donde, en cualquier caso, hay unas cuantas incógnitas que despejar hasta contrastar que funciona el Estado de derecho y superar las incertidumbres tanto coyunturales como estructurales. No será fácil, en medio de un clima de crisis económica y de valores.
         Tampoco es tiempo para chanzas (“El peor error de Chávez fue designar sucesor a Maduro”, circulaba en una red social en la misma madrugada electoral) cuando la inseguridad ciudadana alcanza niveles inimaginables, la inflación sigue disparada, el precio del petróleo continúa en caída libre, el aislamiento geopolítico es un hecho evidente y el desabastecimiento o las ásperas dificultades para acceder a los productos básicos ocasionan auténticos estragos en la sociedad venezolana (“Un pueblo con hambre no va a votar”, dijo, por cierto, un dirigente revolucionario para explicar la debacle).
         En tanto se suceden reacciones inquietantes y despechadas de los gobernantes derrotados, lo más importante es que los principales responsables de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) timoneen la situación de modo que los cambios sociales, económicos y políticos que han de operarse sean viables, respetables y garanticen una convivencia plural y pacífica. La heterogeneidad de esa Mesa, que agrupa a cuarenta y dos formaciones políticas, es una complicación misma pero ya que ha nadado contra viento y marea, en un titánico esfuerzo, debe ser consciente ahora de que no es cuestión de morir en la orilla de la división, de los revanchismos y de los apetitos políticos desordenados.

         Debe entender que Venezuela es un país dividido, con una clamorosa fractura social. Por tanto, la MUD debe administrar sus réditos electorales con generosidad y visión de futuro pues los problemas que padecen los venezolanos no se arreglan en pocos meses, cuando deben  afrontar, por ejemplo, un escenario político tan desconocido como es la cohabitación de una mayoría social indiscutible con un presidente revolucionario y cabeza visible de una franja importante que aún arropa los principios y las convicciones de un proceso iniciado por Hugo Chávez Frías. Paradójicamente, serán su Constitución y sus leyes -a la espera de modificaciones- las que ahora haya de soportar. Pero que tenga muy presente la Mesa el pensamiento y el desempeño de Henrique Capriles Radonski, actual gobernador del Estado Miranda y candidato a la presidencia de la República en dos oportunidades: su estrategia de no responder con enconos ni alimentando discordias desde una posición de unidad política fortalecida y participar sin reservas cuando llamen las urnas, ha sido decisiva para que alumbre esa nueva era en la que, basándose en la experiencia, casi está prohibido cometer errores. Esa mayoría indiscutible debe evitar imposiciones absolutistas, no sea que éstas hagan rebrotar no solo los legítimos afanes de recuperación de quienes ahora han palpado la amargura de un revés electoral sino las fáciles interpretaciones de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

No hay comentarios: