viernes, 15 de mayo de 2015

ENSEÑANZAS DE UN HUNDIMIENTO

El hundimiento parcial de la calle Tegueste, en Punta Brava (Puerto de la Cruz), era un hecho previsible, tal como evolucionaba el proceso de erosión del acantilado rocoso, con el mar abierto golpeando a casi todas horas y con el peso de las construcciones causando también su considerable desgaste. Alguna medida anterior apenas sirvió como parche. Hizo bien por tanto el gobierno local en desalojar tres viviendas próximas a donde se advertía la grieta que crecía por centímetros. Era una previsión obligada.


Ahora hay que pensar en las soluciones, que, en cualquier caso, no será fáciles. Habrá que conocer a fondo los dictámenes y análisis técnicos de las características geomorfológicas de la zona, de su capacidad de carga y resistencia, de los hipotéticos riesgos de extensión y hasta de las dificultades para trabajar en el lugar. El modo de relleno es una incógnita. ¿Habrá que desalojar más viviendas?, es otra pregunta. ¿Será un rompiente sobre el mar la alternativa? Desde luego, la solución global equivale a una importante inversión pública.

Sobre esta vía del litoral portuense, como otras del barrio, fue creciendo la autoconstrucción. Ese es un proceso al que hay que añadir la dotación de infraestructuras (Recordemos que hay una estación depuradora de aguas residuales en las cercanías). Se cree que no va a pasar nada nunca hasta que cede el medio natural, ese terreno aparentemente sólido pero que sufre, paulatina o progresivamente, las consecuencias de factores que lo alteran. Este es otro caso que obliga a reconsiderar muchas cosas no solo sobre el fenómeno de la autoconstrucción en las islas sino sobre la cultura misma del ciudadano que ha de cuidar la costa de otra manera y, sobre todo, debe evitar edificar sobre medio natural, protegido o no, o en línea de costa.

En fin, que el susto del hundimiento -ojalá no se reedite- deja paso a un trabajo serio y riguroso en el que se requiere no solo voluntad política sino también empeño pedagógico.



1 comentario:

Jesús Hernández dijo...

El Titlis, en el pasado,
y Tegueste en el presente,
lo que nos deja patente
lo que el mar hace enfadado.
Mostremos un gran cuidado
con la natura furiosa,
pues lo mismo nos destroza
un barco que un cacho risco;
cuando el mal es más que un fisco:
¡Cuidadito con la cosa!