miércoles, 6 de mayo de 2015

DE JESÚS HERMIDA

Fue el periodista que no dejaba indiferente a nadie. Un estilo peculiar, un contador de historias, riguroso en el fondo, un cronista ameno, el hombre que competía con la yugular de la cámara. Uno de los comunicadores por excelencia.
            Así era Jesús Hermida, recientemente fallecido, reconocido por el mundo periodístico en general. Su trayectoria profesional es difícilmente igualable. Quiso abrir caminos y lo consiguió. Decidió competir siempre en primera línea y lo logró. Fue por delante, trabajó con denuedo para que la primacía de la información no fuera discutida. Y cuando tuvo que moverse en las coordenadas de la opinión, lo hizo con solvencia. Y cuando tuvo que hurgar en las entrañas de algún personaje, arrancaba lo justo y la entrevista siempre fue llamativa.
            De Hermida recordamos sus intervenciones en Radio Nacional de España, cuando todavía se emitía ‘El Parte’ y cuando Victoriano Fernández de Asís practicaba malabares en aquel ‘España a las ocho’ y hacía hablar, casi en tono sinfónico, a los corresponsales y enviados especiales. En cierta ocasión, discutiendo a cuenta de las cualidades de cada uno, un compañero criticaba su gesticulación y hasta sus inflexiones de voz, contraponiendo ese desempeño al de Cirilo Rodríguez, mucho más pragmático y menos dado a los juegos de palabras.
            Después vino la célebre transmisión de la llegada del hombre a la Luna y Jesús Hermida, desde New York, con sus emociones del momento, en blanco y negro, quedó para siempre en nuestras retinas y en nuestra memoria.  Luego retornó a España para enseñar cómo se hacía televisión por las mañanas, ya en color, cuando se creía que era poco menos que imposible rellenar la programación y las franjas horarias. Atento, dominador del plató, espontáneo y respetuoso a la vez con escaletas y guiones, casi en cada aparición Hermida acreditaba que era un monstruo  televisivo, en la mejor de las acepciones. Fue fundador y primer presidente de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión (ATV) de España (1997), cargo en el que cesó cuando fue nombrado director general de Antena 3 Televisión (1998).
            En enero de 2013 entrevistó al Rey don Juan Carlos. Fue una pieza controvertida. A propósito, escribimos entonces:
La entrevista de Jesús Hermida a Su Majestad el Rey don Juan Carlos no fue un dechado de creatividad, precisamente. Pero se entiende: ni era el género adecuado para conmemorar públicamente, desde el punto de vista mediático, el 75 cumpleaños del monarca, ni la ocasión se prestaba a experimentos. Demasiado acartonado el resultado final. No hubo frescura; sobró tibieza.

La entrevista estaba condenada antes de ser emitida. Se sabía que no iban a abordar asuntos de actualidad. Y como era grabada, más fácil deducir una edición revisada a conveniencia. Se notó tanto, que en las descompensaciones de sonido (preguntas y respuestas), hasta los más profanos adivinaron que había algo raro. Demasiados corsés para tan sugerente producto.

Los contenidos de la entrevista no dieron para mucho. Difícil encontrar un enganche en las respuestas de Su Majestad para convertir en noticia trascendente, para dar el relieve mediático adecuado y hacer honor a la celebración. Pese a ello, algunos que se acercaron hasta las aristas presuntamente políticas y las han interpretado. Pero sin alharacas.

Hermida hizo lo que pudo en el contexto. Era el mejor de los entrevistadores ‘generacionales’. Algunos compañeros le han defendido mientras encajaba todo tipo de ‘crochets’ tras su cuestionario empalagoso y descafeinado. Le faltó chispa al entrevistador, que tiene tablas de sobra y podía haber hecho de su veteranía un ejercicio elegante y pintiparado. Seguro que él hubiera preferido estar más cerca o ser lo mínimamente incisivo que cabe exigir a quien va a preguntar y a arrancar cosas. Pero ni el personaje ni las circunstancias se prestaban.

Pero hay que entenderlo. Claro que, en ese esfuerzo de comunicación para incentivar la credibilidad de la Monarquía y de la familia real, era una oportunidad en la que los expertos debieron tener otras perspectivas para lograr otros resultados. Seguro que con los vistos y los criticados no se quedaron satisfechos.

Y es que faltó creatividad”.


            En cualquier caso, ya tenía ganado su sitio entre los grandes.

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