sábado, 11 de abril de 2015

DESAPEGO ANTES DEL ANIVERSARIO

Se cumplirán en 2016 veinticinco años de la apertura del Museo Arqueológico Municipal (MAM) pero hace dos que no se reúne el órgano rector que, teóricamente, se ocupa de su gestión y mantenimiento. Menos mal que su actual conservadora y sus colaboradores aún guardan la motivación y el afán por la llama encendida, de modo que unas cuantas actividades llevadas a cabo durante todo el año, independientemente del horario en que puede ser visitado, permiten hablar todavía de un recurso educativo, cultural y turístico del municipio que debería, por supuesto, merecer mejor trato.  Dos años de desatención por parte de los responsables explican por sí mismos la insensibilidad y el desapego. No hace falta, en ese sentido, decir más.

En efecto, con motivo de la celebración del Día de Internacional de los Museos, tuvimos oportunidad de glosar que, “en mayo de 1991, justo un día después de unas elecciones autonómicas y locales, abría sus puertas el Museo Arqueológico Municipal, ubicado en una vieja casona del siglo XIX, adquirida por el Ayuntamiento, que da a las calles San Felipe y Lomo. Durante un mandato municipal, nos tocó presidir el patronato que lo estructura. Con sus componentes nos percatamos del celo para investigar en nuestro pasado más remoto y para conferir al “conservacionismo” aplicado al arte el valor que realmente entraña.
“Buena parte de sus fondos proceden de donaciones o aportaciones privadas. Celestino González Padrón, Telesforo Bravo Expósito, la familia Gómez y los herederos de Luis Diego Cuscoy son nombres destacados en la breve historia del museo. Hay una llamativa colección de cerámica aborigen, restos momificados guanches, utensilios, mapas, maderas, piedras, punzones y anzuelos de hueso. Esa colección constituye la mejor y más representativa muestra de alfarería guanche de toda la isla.
“Efectivamente, las cinco salas de la exposición permanente nos introducen en una de las manifestaciones más significativas de la cultura prehistórica de Tenerife: la cerámica guanche. Es interesantísima la descripción que se hace por parte de los propios responsables del museo. Se sabe que el pueblo guanche fabricó sus recipientes, sus adornos e incluso algún amuleto en barro cocido, pero ¿cómo y para qué? La respuesta está en el barro y en el fuego para contrastar el proceso de fabricación de la cerámica. Así surgen gánigos y ánforas que son el producto alfarero de funcionalidad doméstica. Hasta llegar al barro y la magia, título de la última sala donde se exponen adornos personales de simbología mística. Finalmente, ambas funciones, doméstica y mágica, se unen formando una única composición en la réplica de una cueva de enterramiento, donde vasijas y adornos comparten el mismo espacio sepulcral, escenificando la creencia guanche en “el más allá”.
“El Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias es el ‘alma mater’ de este Museo. Y así como hay que congratularse de que aquel anticipo de quienes concibieron la idea en los años cincuenta del pasado siglo (Luis Diego Cuscoy siempre en la memoria) haya llegado a buen puerto, se debe  reconocer la predisposición de los donantes y titulares de las colecciones, así como la profesionalidad y la entereza de la conservadora, Juana Covadonga Hernández, y de sus colaboradores. Sería una omisión reprobable, aquí y ahora, no enviar un mensaje de solidaridad y ánimo justo cuando que las circunstancias para subsistir se presentan muy adversas”.

Se reitera el mensaje, aquí y ahora. En la confianza de que el cuarto de siglo que se va a cumplir estimulará la sensibilidad de quienes serán los nuevos rectores, si es que se superan definitivamente los ajustes estructurales  presupuestarios que también afectaban a este espacio museístico local.

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