miércoles, 18 de marzo de 2015

TARJETA ROJA POR DESLENGUADO

Menos de veinticuatro horas tardó Univisión, la cadena de televisión hispana con sede en Miami (USA), en destituir al presentador de origen venezolano Rodner Figueroa, reputado profesional, ganador de un premio Emy en 2014, tras haber llamado ‘simia’ a Michelle Obama y proferir otros comentarios racistas en el curso de una transmisión en directo, absolutamente inaceptables para la emisora que los consideró “reprobables y de ninguna forma reflejan los valores u opiniones de Univisión”.
        Independientemente de que alguien recurra a la doble moral de los norteamericanos, aplicada a tantos órdenes, lo cierto es que la medida sirve para comparar los cánones y la conceptuación de irrespeto a terceros que se emplean, sin ir más lejos, en nuestro país, donde a menudo, en medios audiovisuales, hay que escuchar a locutores y presentadores términos descalificatorios, de mal gusto y de vilipendio, cuando no expresiones intolerantes que son insultos en sí mismas. El fenómeno se ha extendido entre algunos canales locales donde los autores, naturalmente, se benefician de la ausencia de los aludidos y de la impunidad con la que obran, creídos por supuesto de que todo el monte es apto para el orégano de la insolencia.
        No es que haya sido la primera dama de los Estados Unidos la directamente afectada y eso haya representado, ipso facto, una decisión drástica. “Por ser vos quien sois”, vaya. Cualquier persona merece un respeto, máxime si es en público y en un medio de comunicación. El racismo es cada vez más condenado: organizaciones internacionales no gubernamentales, culturales y deportivas, están invirtiendo en campañas de comunicación que son en sí mismas un mensaje contra la discriminación y exclusión social y a la vez una apelación a la igualdad.
        Los defensores de la libertad de expresión no tienen por qué rasgarse las vestiduras. Hay límites, los que están consagrados en las constituciones de los sistemas democráticos. Suele ocurrir que esos defensores son los primeros en hacerse las víctimas cuando se entablan contenciosos en su contra o los afectados promueven una demanda de protección al honor o se abren expedientes sancionadores que traen causa de infundios o expresiones que comúnmente son barbaridades y no gustan. Esa es otra doble moral: la de los deslenguados, la de los incontinentes verbales.
La medida de Univisión, en ese sentido, es ejemplar. Viendo y escuchando lo que se estila por aquí seguro que, de ser aplicada, resultaría aplaudida.
Y lo sentimos por Figueroa que, todo sea dicho, se apresuró a publicar una carta abierta de disculpas.


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