sábado, 15 de noviembre de 2014

EL BIPARTITO CÓMODO EN LA BURBUJA


Tiene que ser la alianza más sólida del mundo, aunque carezca de un documento escrito que la sustente. La argamasa con que la sellaron tiene que ser de primerísima calidad. Navega en aguas procelosas que es un primor. Supera los embates políticos sin muchas dificultades. Casi es indiferente cómo funcione. Se ha acostumbrado a desavenencias internas y a recelos. Y sortea las diferencias personales de los componentes -aunque se aireen públicamente- con amplio margen de permisividad. Hasta se permiten hablar, en un insólito giro, de estímulo para los integrantes de ambas formaciones. Definitivamente, es el pacto natural.

Da igual todo, con tal de llegar a fin de mes, pero aún admitiendo que esta sea la razón principal, cuesta aceptar que sea la única que inspire el mantenimiento y alargue los latidos.

El gobierno bipartito del Puerto de la Cruz (CC+PP) aparenta estar saliendo de otra ciclogénesis. O quizá el término puede parecer exagerado a tenor de las reacciones y de las ¿consecuencias? Hasta el silencio de los grupos de oposición resulta ilustrativo. Va y trasciende -es sencillo deducir la procedencia de la filtración- que en una sesión del comité local de Coalición Canaria, la alcaldesa, Sandra Rodríguez, criticó sin reservas la gestión de los socios de gobierno, poco menos que haciéndoles directos responsables de la mala gestión que, ciertamente, está muy extendida. Hay acta y todo. La han reproducido en varios medios.

Pero no ha pasado nada, no vayan a creer que se ha fracturado alguno de los ejes del primer párrafo. Pelillos a la mar. Y hasta reuniones urgentes de estudio y seguimiento que, según algunas versioones, ni se llegaron a celebrar. ¿Para qué? Pongámonos a trabajar, se dijeron, que el horno no está para experimentos ni salidas de pata de banco. Cuando ya había amainado la brisa, llegó el presidente del PP de Tenerife, Manuel Domínguez, y por si acaso, para que no se repita, expresa su descontento y malestar, achaca lo ocurrido a la inexperiencia -¿inexperiencia?- de Rodríguez y pone el dedo en la llaga: “Hay un sector de los suyos que no la quiere”.

Hasta alguna comparación puede resultar vana. Tienen razón quienes recuerdan las circunstancias que concurrieron en Tacoronte, cuando el alcalde Dávila expulsó del gobierno a los ediles socialistas por causas de bastante menor entidad que las contenidas en el acta del comité local nacionalista portuense, dando lugar a inauditos episodios posteriores, justicia mediante. Pero cada municipio es un mundo, ya saben, y en la política canaria, cada vez más complejo.



El problema, en cualquier caso, vuelve a ser de pecado original. No llegaron a suscribir ni documento para fijar la alianza política al comienzo del mandato. Y cuando hablen de 'pacto de caballeros' para justificar que se fiaban y que no hacía falta rubricar, ya ven la cortesía que distingue a algunos testimonios aunque supuestamente iban a quedar intramuros. Un pacto político para gobernar una ciudad, a estas alturas de la democracia -tan amenazada por otros motivos-, debe ser el fruto de un estudio programático y de objetivos. Cuando se carece de algo tan elemental, no es de extrañar que pasen luego otras cosas.

Porque, si no se han enterado, la institución es la que se desprestigia, el nombre de la ciudad sigue proyectándose con más pena que gloria y sus habitantes siguen sufriendo las trabas, las zancadillas, los bloqueos y las inconsecuencias, aunque luego limen las asperezas, siquiera hasta el próximo capítulo.

Se acostumbraron a convivir en la burbuja de la discordia. No importa que el afán de preponderancia de algunos contraste con el entreguismo, ya crónico, de otros. Habrá trifulcas, desconfiarán y estarán mal avenidos. Pero siguen cómodos, condescendientes... Y pragmáticos, claro.

Aunque el pueblo también parezca cansado de esa burbuja.



No hay comentarios: