lunes, 23 de junio de 2014

VALOR DE UNA MARCA

Cuando vuelven a sonreír o a ser moderadamente favorables las estadísticas, hay que ponderar nuevamente la marca Puerto de la Cruz en los mercados turísticos a partir de su sello histórico, del prestigio ganado cuando había que incursionar y ganar espacios hasta consolidarlos, de su trayectoria labrada durante décadas, de su capacidad para resistir y tratar de remontar en pleno proceso de decadencia… Es casi como decir que vive de las rentas porque, en efecto, mantener o mejorar índices de afluencia y estancia cuando a duras penas está en condiciones de afrontar las exigencias del concepto competitividad, cuando son contados los reclamos o las innovaciones de los últimos años con que estimular los mercados emisores, resulta muy meritorio. Una primera conclusión es que, con unas dotaciones adecuadas, con unos remozamientos apropiados, con acontecimientos debidamente dimensionados y con una tarea de mantenimiento eficaz y lucida que invite a nativos y visitantes a cuidar los valores de la ciudad, la oferta se revalorizaría de forma considerable.
            Por ello, sería buena una reflexión o un análisis del sector sobre el valor de los registros más recientes, más allá de la coyuntura. Habría que determinar las razones de ciertos crecimientos para poner a prueba la sostenibilidad y los rumbos del futuro. Hay que aprovechar el conjunto de la planificación hecha por el Consorcio de Rehabilitación Turística desde que la gerencia estuvo a cargo de Fernando Senante. Hay que insistir en averiguar grados de satisfacción de clientes. Hay que priorizar mercados. Y hay que insistir en el mensaje de que el turismo lo es todo si es que se quiere cualificar el producto y proyectarlo como un compromiso que afecta a la productividad económica y al progreso social.
            Dormirse en laureles, como ha ocurrido durante tanto tiempo, sería muy negativo. Si en el primer cuatrimestre del año, han venido al Puerto de la Cruz doscientos treinta y seis mil cuatrocientos catorce turistas, es decir, un incremento del 3,9% con respecto al mismo período de 2013; si han aumentado los porcentajes de ocupación y pernoctaciones; si el contingente de alemanes ha subido un 14%; si las cifras de nuevos mercados, como el ruso, o de perdidos como el francés o el suizo, son estimables; y si en la estancia media, el Puerto de la Cruz logra el mejor registro desde 2006, con 8,65 días de promedio, es que hay fundamentos para hacer efectivo el propósito de lograr un destino turístico diferenciado, con sus atractivos naturales y con sus cualidades para hacer que el visitante repita.
            Luego hay que esmerarse en la innovación y la cualificación. Pero también en los detalles: en calles limpias, jardines y pavimentos bien cuidados, ocupación de vía pública racional y no anárquica, funcionamiento de los servicios públicos… Más turistas, de acuerdo; mejores rendimientos, también. Pero hay que contrastar las razones. Y enriquecerlas para no hablar de racha coyuntural, beneficios circunstanciales o dependencia de terceros. Eso equivaldría a seguir viviendo de las rentas.



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