miércoles, 21 de mayo de 2014

UN ESTROPICIO

Ha tardado más de la cuenta pero ha terminado pidiendo disculpas por aquellas inasumibles consideraciones tras el debate relativas a la superioridad intelectual y los riesgos de ser acusado de machismo.


Ha sido, la salida de pata de banco de Miguel Arias Cañete, la gran incidencia de la campaña electoral que entra en su recta final. Suele ocurrir: durante las dos semanas de campaña surge algún hecho que la altera o hace que la atención del personal se concentre y, de hecho, abra un auténtico debate social.

Pero el candidato popular debió causar un estropicio interno, tal es así que tuvieron que alejarle del foco principal, no sea que reiterase el yerro o las disculpas y las justificaciones fueran peor remedio que la enfermedad.

Ha sido una contrición tardía la suya. Pero ha llegado. No estarán contentos ni Rajoy ni los corifeos mediáticos: el presidente, porque le respaldó públicamente, llegando a hacer una de sus afirmaciones maximalistas: “Es el mejor candidato, un candidato extraordinario”. Acabáramos.

Y los corifeos porque gastaron seso, palabras y escritura con tal de salvar el trance… en balde. Buscaron y rebuscaron, arremetieron como es norma pero un poco más contra Valenciano, y alentaron lo suficiente como para concentrar espacio y tiempo con el fin de desviar la atención de las carencias programáticas del PP y las debilidades de la gestión de su gobierno. Porque las fortalezas -si es que las hay- no son muy visibles que digamos.

El perdón de Arias Cañete ha desmontado exclamaciones y argumentarios, alabanzas inoportunas y comentarios o piezas editoriales que circulaban casi desaforadamente para paliar los efectos del estropicio.

Y no se extrañe que Rajoy o cualquiera del derechío mediático diga ahora que la prueba de ‘mejor y extraordinario’ estriba en estas disculpas retardadas.

Ya puestos…

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