jueves, 27 de marzo de 2014

PARALIZACION, PERO PRUDENCIA

Los seguidores habituales de este blog fueron los primeros en enterarse de las intenciones del colectivo Maresía relativas a la presentación en el juzgado de una petición para suspender de forma cautelar la ejecución de las obras de derribo del muro del paseo San Telmo, en el Puerto de la Cruz, consignada en un proyecto de remodelación o rehabilitación de toda la zona.


Aquellos miembros de la plataforma social que, en el curso de una reunión se mostraban muy autocríticos, afirmando que “hasta ahora no hemos conseguido nada”, estarán algo más animados después de que se haya sabido que el Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 2 de Santa Cruz de Tenerife ha resuelto paralizar las citadas obras, valorando, según se ha informado, que no han sido tenidos en cuenta los informes y estudios (obra del profesor Nicolás González Lemus y de la Fundación César Manrique) que fueron remitidos al Cabildo Insular, institución promotora de la actuación urbanística.

En Maresía, coyuntura favorable al margen, esperan que la decisión judicial sea definitiva pero habrá que aguardar a la presentación en el propio juzgado de las alegaciones que las partes pueden exponer para tomar una determinación. Por lo tanto, es lógico que en la plataforma se armen de prudencia y cautela: el camino puede ser largo y depende de muchos factores, entre ellos el propio arbitraje judicial.

Pero ya han logrado algo, aunque la vía judicial siempre es complicada: no rendirse y multiplicar su sensibilidad, transmitiendo un mensaje que sí ha calado en la población. El mensaje de la defensa del patrimonio, de lo que es común, de aquello que se quiere. Aquí asistimos a un episodio de identificación con valores históricos, urbanísticos y sociales. Amplios sectores ciudadanos los han hecho suyos y vienen defendiendo una causa que no es un pulso al poder ni una discrepancia política: al contrario, se muestran partidarios de hacer una remodelación en el paseo pero respetuosa con esos valores.

Así que, pase lo que pase en los vericuetos judiciales, ya hay algo positivo en la pugna entablada, en la defensa del muro y de otros elementos urbanísticos del paseo San Telmo, una arteria peatonal en la geografía de la ciudad que guarda los pasos de miles y de millones de personas. Lo positivo es la constancia, no rendirse, agotar las vías de diálogo y hacer uso de los resortes al alcance para intentar hacer valer las razones.

Que en este caso, las hay. Sin duda.

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