sábado, 1 de marzo de 2014

MARESÍA, LA PERSEVERANCIA DE SAN TELMO

Maresía, la plataforma que agrupa a ciudadanos de toda condición social, nativos y foráneos empeñados en salvar el muro del paseo San Telmo, mantiene la llama encendida. De hecho, es casi la única causa que despierta expectativas e inquietudes sociales en una ciudad acostumbrada a que su gente hable mucho aunque luego, a la hora de la verdad, de pasar a la acción, no corresponda, es más renuente y más inhibida. Lleva mucho tiempo acostumbrada a descansar responsabilidades en terceros, a que resuelvan otros.
    Maresía sigue sin arrugarse pese a las lentitudes burocráticas y la escasa receptividad de sus planteamientos en esferas administrativas. Y para acreditarlo, ha presentado en el Cabildo Insular de Tenerife un documento elaborado y coordinado por el historiador Nicolás González Lemus que serviría de base para la declaración del paseo como Bien de Interés Cultural (BIC). Con sus alegaciones tratarían de salvar el muro del que vienen circulando numerosísimas fotografías de muy distintas épocas que han inspirado una frase ya célebre: “Y el muro, siempre el muro”.
    El empecinamiento –a menudo, infundamentado- de quienes han venido negando valores históricos y sociales ha producido efectos contrarios. Empiezan a ser conscientes de ello: además de la investigación, bien avalada desde el rigor científico e histórico, está la sensibilidad que ha ido despertando hasta el punto de que cada domingo por la tarde –no importa si llueve o hace frío- son unos cuantos los que perseveran, allí, pegados al muro que empieza a ser el de la concordia, el de la salvación de un pasaje de la geografía urbana tal como lo quieren ciudadanos que así lo han demostrado con sus rúbricas, con sus alegaciones, sus concentraciones y su manifestación de aquel sábado al mediodía con la que hicieron ver a las autoridades que la cosa iba en serio.
    Los componentes del colectivo Maresía han cumplido entonces con lo que, en su momento, les pidió el presidente del Cabildo Insular, Carlos Alonso: “Si hay más pruebas para revisar el proyecto, preséntenlas”. Falta saber qué suerte corren y si son estimadas para la pretendida declaración de BIC; pero las fuentes que citan su construcción en 1767, las interpretaciones de su concepción y finalidad y los testimonios de quienes insisten en el sello de César Manrique en la reforma realizada en 1976 constituyen un corpus de notable solidez para tener en cuenta cualquier actuación que se quiera afrontar en el paseo.
    Para los integrantes de Maresía, después de recalcar que no hay lucro en su reivindicación, está en manos del presidente del Cabildo “evitar el destrozo de un vestigio histórico y patrimonial”. Solo unos pocos –y de ello sabe algo el ex gerente del Consorcio de Rehabilitación Turística, a quien se lo trasladamos personalmente- sabíamos que iba a ser una reivindicación cargada de amor a unas señas de identidad, además de otras razones si se quiere menos sentimentales. Podía dudarse de si, como otros hechos en el Puerto, podía agotarse o quedarse en el camino. Pero que iba a tener recorrido, seguro.

    El tiempo, a la espera de resoluciones, ha venido a dar la razón.

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