martes, 4 de febrero de 2014

LOCAL ES TODO

Los estudiantes de periodismo que aún mantienen la esperanza de hacerse con un puesto de trabajo son conscientes de que es en el ámbito local donde pueden encontrar más opciones. Local es todo: partamos de ese principio, si bien la naturaleza del hecho noticioso y el tratamiento que se quiera conferir, harán que cada información vaya a su sección.
         Los veteranos asociamos local a la calle. Que era el lugar al que había que acudir para encontrar algo que mereciese ser llevado a las páginas, algo de interés periodístico. La calle se supone que era una fuente, con escenarios y situaciones de todo tipo que el ingenio del redactor debía plasmar para interés de un lector que se identificaba con aquel problema de su calle, con aquel personaje con el que se cruzaba a diario, con aquella deficiencia que se prolongaba durante meses, con aquella disfunción en la red de abastecimiento o saneamiento que tenía a aquel sector de la ciudad en ascuas… hasta que, probablemente, alguien se sentía aludido o avergonzado y decidía emprender una solución, tuviera o no las competencias, que entonces no se decían estas cosas.
         Había que trabajarse la calle. Y algunos, que odiaban los sucesos o no le gustaba el deporte o no habían madurado lo suficiente para hacer mesa de redacción, se lanzaban directamente a su conquista. Había mucho de aventurero, de descubrimiento, de contraste de una realidad que resultaba indiferente o indolente hasta que preguntabas, indagabas y empezabas a dar forma periodística. De la calle, además, se extraían lecciones o experiencias vitalistas en aquellos horarios intempestivos o en aquel tránsito por caminos inhóspitos y por lugares de complicada accesibilidad.
         Cuando llegó la democracia municipal, la calle (un decir) fue sustituida por la información institucional. Todo empezó a canalizarse, incluso en aquellos primeros años en que los gabinetes empezaron a funcionar sin saber muy bien hacia dónde caminaban. Pero era más fácil buscar información (perder horas, si se quiere) en la sede de la institución, donde tenías al concejal o al consejero al alcance, donde había reuniones casi a diario, donde el protocolo también daba su juego informativo, donde podías vivir en  directo inopinadas situaciones de tensión/discusión entre agentes sociales y responsables públicos. Y además, había pleno, por lo menos uno al mes. Y había que agenciarse los papeles de dictámenes o informes. En esa jornada, la del pleno, medio trabajo ya estaba hecho. La calle dejó pasó a la institucionalidad que también tuvo mucho de aprendizaje para profesionales que empezaron a curtirse.

         Los estudiantes actuales, perfilando ya una salida, saben que lo tienen crudo, que no será sencillo sortear tantas dificultades. La crisis ha causado estragos en los espacios dedicados a local. Para colmo, la irrupción y el desarrollo de las redes de ciudadanía complican la situación: es otro factor de competencia a tener en cuenta, especialmente en el ámbito de la calle. Pero esos mismos estudiantes, con  sus planes de estudio, con sus recursos, pueden obtener ahí frutos apetitosos y hacer de la información local un espacio atractivo en cualquier época del año.

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