sábado, 14 de diciembre de 2013

TRES AMIGOS QUE SE VAN

Amigos que se han ido en esta semana de inclemencias meteorológicas. Personas de buenas causas que hicieron de la amistad un lazo respetuoso y tolerante.
Luis Saavedra Mora fue futbolista destacado en aquel todopoderoso Puerto Cruz de la década de los sesenta. El arquetipo del que entonces se llamaba medio volante. Alto, fornido, pujante… su presencia en la cancha era siempre sobresaliente. Se había iniciado en el Juvenil Once Piratas. También jugó en el Real Unión, Realejos y Orotava. En las efemérides del sitio web de Bruno J. Alvarez hay una entrada muy pormenorizada de la trayectoria de Saavedra, quien ya retirado, aún lucía hechuras en el Barsa, un equipo de aficionados de la Villa. Ahí acreditó la resistencia de los buenos deportistas a alejarse del todo. Luego le vimos seguir de cerca la trayectoria de su hijo, Luiso, quien destacó varias temporadas en el primer equipo de la U.D. Las Palmas. Saavedra, con un talante que se agradece, nos hizo varias observaciones a juicios y comentarios que hacíamos en la radio. Pintor de la construcción, hizo también de su profesión un modelo de entrega y responsabilidad. Le recordaremos siempre, sobre todo, porque hizo inolvidable aquella línea media casi infranqueable: ‘Barrebarre’-Saavedra (El primero era un jugador palmero, procedente de Los Llanos de Aridane, también de alta estatura, que desde el Puerto Cruz saltó al Canarias de Venezuela).
Tomás Oliva fue el prototipo del socialista que trabaja en silencio, sin alharacas. Comprensivo, tolerante, respetuoso con todo y con todos. Sí había que desplazarse a Santa Cruz para cualquier menester, ahí conducía Tomás. Si había que cargar preparando un mitin o un acto público, ahí estaba Tomás. Si había que llenar sobres con votos y folletos, el primero era Tomás. Si había que sufrir en silencio las amarguras de una derrota electoral –y él conoció varias consecutivas-, Tomás siempre estaba presente. Nunca pedía nada, nunca se extralimitaba, nunca ambicionó nada. Parecía la suya una actitud pasiva, resignada; pero nada más lejos de la realidad: allí siempre hubo un socialista comprometido y activo que encarnaba los valores ideológicos de quien sabe que hay que trabajar para ganarse la vida con dignidad. Su militancia, discreta, silenciosa, eficiente, discrepante cuando había que serlo, ha sido un ejemplo. ¡Cuántos Tomás Oliva necesita el socialismo!
Y en el Puerto de la Cruz decimos adiós a Lope Afonso González, viejo amigo de infancia y adolescencia durante las que compartimos vivencias y episodios que evocamos con agrado. Lope es el autor de una célebre frase, pronunciada en público al principio del sermón de la procesión del Encuentro de Viernes Santo en La Orotava. El sacerdote comenzó con mucho énfasis:
-¡Hombres de La Orotava, mujeres por antonomasia!
Y Lope que se levanta, exclama:
-¡Oiga! Y los del Puerto, ¿qué pasa?
Tras la que se marcharon buena parte de los jóvenes portuenses que, como era tradición, después de la procesión del Cristo crucificado, habían acudido a la cita villera.
Lope, por cierto, fue el conductor durante muchos años de la venerada imagen del Gran Poder de Dios. Un conductor al que algún cofrade u otros acompañantes iban guiando pues desde el interior del carro transportador no se veía nada.
Dedicado a la actividad comercial muchos años –luego sería vigilante privado-, Lope Afonso siempre quiso colaborar en aquellas convocatorias locales vinculadas al deporte y actividades lúdicas o recreativas. Una de ellas fue las ’24 Horas de ping-pong’ promovida por el Cima Club. En cierta edición, que tuvo como marco el parque San Francisco, logramos memorizar uno de los eslóganes de reconocimiento, repetido cada hora y media, según la cantidad de público que hubiera:
“Se está jugando con pelotas de la marca Dunlop Barna Tres Coronas, cedidas gentilmente por la firma Fotopesca Maricumbre”.
En cierta ocasión, tras discrepar con su primo Francisco, quien fue alcalde de la ciudad entre 1979 y 1984, a propósito de la adaptación peatonal de vías, fue objeto de una broma que, por fortuna, no pasó a mayores. El inolvidable Chicho Vázquez simuló la grabación de una entrevista radiofónica que se iba a emitir en uno de los programas más escuchados entonces. Lope no arremetió contra su primo alcalde pero se preguntó una y otra vez quién le asesoraba, qué técnicos le habían dicho que cerrara tantas calles. Cuando días después supo que la entrevista nunca fue emitida, no se enfadó.
-Lo mejor que hiciste-, le dijo a Vázquez.
Era una expresión de su buen corazón, de su predisposición tolerante. Hoy sábado se efectuará su cristiana sepultura. Reciban su esposa Leonor, sus hijos Lope (concejal del Ayuntamiento), Gemma y Leopoldo (presidente de la Cofradía del Gran Poder de Dios), una sentida condolencia.

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