jueves, 29 de agosto de 2013

EL RODILLO, LA MAYORÍA ABSOLUTISTA

El rulo de la derecha. El rodillo popular. El abuso de la mayoría. La mayoría absolutista. Se está ganando a pulso el Partido Popular todos esos reproches para frenar iniciativas de los grupos de oposición con el fin de tratar asuntos de distinta naturaleza en sede parlamentaria, pero principalmente aquéllos que tengan que ver con el esclarecimiento de la trama de financiación irregular del partido gubernamental. Está así incumpliendo uno de los principios elementales del parlamentarismo: luz y taquígrafos, esto es, claridad y constancia de lo que está pasando para saber cuál es el alcance de lo sucedido y de las determinaciones de responsabilidad. Y lo que es peor: con ese bloqueo, con esa sistemática negativa, la formación conservadora –aunque le dé igual- echa por tierra todo aquel discurso de favorecer la transparencia en la gestión de los asuntos públicos. Esa pretendida Ley de Transparencia, Acceso a la información pública y Buen gobierno, ¿tiene razón de ser, ofrecerá algún tipo de garantías con estos antecedentes, o por el contrario, estamos ante un nuevo episodio de incoherencias y nacerá desinflada?
No hace bien el PP estas cosas. A la larga, no le son políticamente favorables. Nadie discute el uso de tacticismos y recursos para proteger, en este caso, al presidente del Gobierno, e impedir quedar en evidencia. El riesgo de incurrir en contradicciones, de no saber salir de trances apurados y de una evolución desfavorable de un problema político –nada menos que en sede parlamentaria- es clamoroso. Pero no se despeja haciendo uso de la mayoría numérica. Para ciertas situaciones, y ésta es una de ellas, no basta. Además, el hecho de tener mayoría absoluta no equivale a tener razón. Hasta de eso parecen haberse olvidado quienes, en su día, explotaron hasta la última gota aquellas mayorías socialistas de los ochenta, aderezándolas con profusas dosis de prepotencia y arrogancia, vocablos de fácil asimilación en cualquier conversación coloquial, aunque no se conozca su real significado.
Todos los grupos estaban de acuerdo: el presidente debe aclarar lo que manifestó la secretaria general de su partido ante el juez Ruz. Pero el rulo de la derecha o el rodillo popular se ha opuesto. Y siguió funcionando, por cierto, al impedir que los ministros fueran interpelados sobre los efectos del ex tesorero del Partido Popular. Ya puestos, hasta el presidente de la Cámara, por voluntad unipersonal, impide que se trate una iniciativa de Izquierda Unida para explicar en qué condiciones funciona el Tribunal Constitucional después de descubrirse que su presidente era militante del PP.
Así las cosas, como se puede comprobar, será difícil que las instituciones funcionen como tienen que hacerlo. Especialmente, aquellas a los que se encomienda la tarea de fiscalizar al ejecutivo. ¿Qué van a controlar si literalmente no dejan que lo hagan quienes legítimamente tienen la obligación de hacerlo?

Se enroca el PP y no le conviene. La democracia no se robustece con estos comportamientos basados en la mayoría absolutista. Si no se respeta lo esencial, terminará no siendo una democracia. 

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