viernes, 23 de agosto de 2013

CONTROVERSIA DEL VERANO

En el verano que se agota, hay una controversia en torno a Iker Casillas, portero del Real Madrid y de la selección española. La polémica va más allá de los estrictos ámbitos deportivos que serían los naturales. Los antecedentes están en la temporada anterior cuando el inefable técnico portugués, José Mourinho, le cuestionó todo lo que pudo tras la lesión que el guardameta había sufrido. La situación actual, a raíz de su suplencia en la primera jornada de Liga y después de gestos y reacciones proclives a cualquier interpretación, no es menos complicada. 
Casillas tiene de su lado el prestigio, la valía, la trayectoria y el afecto hasta de quienes no son madridistas. Si cuando fue relegado por Mourinho tuvo un comportamiento ejemplar, de deportista que entendió y admitió las circunstancias que concurrían, ahora debe acreditar exactamente lo mismo. Aquello agrandó su leyenda. Ahora debería, sin resignarse, mantener una postura similar.
Porque nadie puede negar a Diego López, su sustituto, un rendimiento estimable. Y más que eso, el respeto que merece. Seguro que es consciente del ingente respaldo popular de Iker, convertido en mito, pero le ficharon para jugar, para resolver una papeleta y para estar a la altura de las exigencias a un equipo obligado a ganar siempre. López tiene el mérito de no haberse arrugado y de haber respondido con paradas e intervenciones, hasta de no haber entrado en los nudos de la polémica.
La controversia del verano, en cualquier caso, ya ha desatado una adversidad en el seno del Madrid de muy difícil superación, mientras en el rival blaugrana ya hablan de la recuperación de las excelencias. Esa es la sustancial diferencia.

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