jueves, 15 de agosto de 2013

COLOSAL ESTRATAGEMA

Hubo un tiempo en que las grabaciones no tuvieron valor probatorio en  un procedimiento judicial. Podían tener toda la certeza, todos los datos de su registro podían estar perfectamente verificados. Pero no servían. Alguien consideró -y no faltaba razón- que la tecnología podía manipularse y, en consecuencia, se obtendrían resultados susceptibles de hacer dudar al más convencido.
Y así, con un juez aferrado a esa posición, escaparon hace años en el Partido Popular en Valencia con un caso de financiación irregular que pasó a la historia sin repercusiones políticas.
Ahora, con el caso Bárcenas abierto en canal, vuelve a hablarse de grabaciones cuya existencia, por cierto, ni confirma ni desmiente el abogado del ex tesorero, para echar más pimienta al pote, o sea, abonando el terreno de las suspicacias y la incertidumbre. Si salieran a la luz grabaciones incriminatorias -independientemente del curso judicial que tomen-, las cosas se volverían aún más insostenibles para el partido gubernamental.
Si, además de grabaciones, apareciera ese “soporte documental” al que se refiere el letrado defensor de Bárcenas para advertir que, cuidado con los ardides, Watergate puede ser un bebé en pañales en el conjunto de los escándalos políticos surgidos al calor del poder y de las fuentes de financiación de un  partido político.
Pero, por ahora, solo interpretaciones y conjeturas. Una colosal estratagema de final impredecible, en la que se afanan unos y otros, aferrados a la supervivencia, a las opciones de escapatoria, al silencio, a la memoria selectiva o a la amnesia sobrevenida.


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