miércoles, 17 de julio de 2013

UNA DESPEDIDA QUE DUELE

Se va José María Izquierdo, se va El catavenenos. Con el ceño fruncido.

Cuando más falta hacía. Ya cerró El ojo izquierdo, al menos en las páginas del diario El País, donde nos obsequiaba con el más lúcido y certero análisis de lo que hemos dado en llamar el derecho mediático. Sus extractos, sus análisis, no exentos de ironía caústica, esa que termina descabalando a quienes derrochan sin miramientos su antisocialismo.

Se ha despedido, ha puesto punto final a una singular revista de prensa que nos permitía escrutar los intríngulis del espectro mediático conservador, ese donde también habitan especies ultra, esas que lucen el radicalismo por montera.

Qué desconsuelo José María. Qué faena. Qué será de nosotros…
Tendremos que conformarnos con esa aparición radiofónica. Algo es algo.

Juan Cruz Ruiz hizo en su día, cuando Izquierdo publicó una serie en uno de los dominicales de El País, una atinada definición del estilo del columnista y de los contenidos de sus textos. “La serie -escribe Cruz Ruiz- pone de manifiesto una realidad verbal apabullante, exponerla es un servicio público de gran interés, y por tanto este ejercicio de periodismo del maestro Izquierdo es una importancia social extraordinaria… Es un retrato de lo falaz. Y un ejemplo de periodismo bien hecho”.

La rubricaba el laureado paisano con un post ilustrativo: “Me parece que la serie de Izquierdo es una contribución a la higiene nacional y deberían darle algún premio en Sanidad”.

Alguien tenía que escribirlo y fue José María Izquierdo el que tuvo visión para hacerlo. Alguien tenía que poner al descubierto los pliegues y las entretelas del derechío mediático. La verdad: gozábamos a diario con esa selección de textos y portadas (las fachadas) que condensaban el pensamiento y la expresión de un modo de entender la política y su traducción en las páginas impresas.

Izquierdo no la conoce pero una frase que acuñamos hace tiempo viene pintiparada para su estilo, para su ojo izquierdo ya cerrado y para esa última gota de rencores que cató con tanto acierto: “En la derecha, todos se saben lo de todos. Y cuando salta la chispa, puede pasar cualquier cosa”.

 La fiel infantería, como la llamaba en ocasiones  -en otras prefería los cornetas del apocalipsis y más recientemente, el escuadrón rajoyista- estará brindando, porque para ellos Bárcenas no es nada. A quien le temen -temían- de verdad es a El ojo izquierdo. Por lo que nosotros, pañuelo en ristre, empezamos a llorar tu ausencia.


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