jueves, 6 de junio de 2013

LAS LINDES DE LINDE

Era viernes, que día escogido para lanzar el mensaje. Como si fueran insuficientes los consejos de ministros y sus decisiones comunicadas para hacer temblar a la ciudadanía. Era viernes,  después de que los preferentistas comprobasen que no es voracidad insaciable sino genuino terrorismo financiero lo que hacen con sus cuitas y sus pérdidas, más allá de la falta de escrúpulos. Era viernes, cuando el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, lanzó su andanada: eliminar el salario mínimo para jóvenes y desempleados de larga duración con el fin de favorecer su contratación, por debajo, faltaría más, de los 645,3 euros mensuales. Ahí queda eso. Linde trazó otras lindes.
De alguna manera, no debería sorprender el planteamiento de Linde: desde hace muchos años, sus antecesores ya hacían recomendaciones similares, siempre han querido reducir el salario mínimo. No siempre los gobiernos hicieron caso. Quizá porque, como bien dice el secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT), Cándido Méndez, estamos ante un asunto que excede las competencias del señor gobernador que habrá comprobado el alcance de la reacción a sus sugerencias: hasta el mismísimo presidente del Gobierno tuvo que anunciar, veinticuatro horas después, que las cifras del desempleo registrado en mayo son “claramente esperanzadoras” (Como si no supiéramos que es un mes laboralmente estacional, esto es, principios de verano igual a campo más amplio y propicio para contratar). Para Méndez, la medidas del gobernador son injustas y, probablemente, ilegales.
Pero bueno, habló Linde y automáticamente pensamos que siguen constriñéndose las expectativas para tantas personas ya sin esperanzas o literalmente al borde del desespero. Porque ya no es solo la precariedad laboral o el abaratamiento del despido sino las consecuencias directas de medidas como la apuntada: pagar por debajo del salario mínimo e impedir la protección de los trabajadores mediante un convenio significa, claramente, una degradación de las condiciones de la contratación laboral y, por consiguiente, un empeoramiento de la situación económica del país. ¿Es así como se quiere estimular el consumo? Y sin consumo, ¿es posible el crecimiento? Otra pregunta: ¿quién sale ganando con medidas como éstas?
Lo que sí es evidente es que aumentan la brecha de desigualdad, que hacen más visible la fractura del pacto social. De esta forma, la generación de empleo estable, más allá de la estacionalidad, está muy condicionada, por no decir que es imposible. Si con la reforma laboral no ha sido posible avanzar en esa dirección, con sugerencias como la del Banco de España, tampoco es factible. En otras palabras, que para la entidad el paro disminuya como resultado de la reducción del coste del empleo es la obviedad aplastante a la que aferrarse. Pero que no se olvide -hasta algunos cargos del PP han tenido que reconocerlo- que el paro también trae causa de la falta de inversiones -principalmente en el sector público- y de la palmaria reducción del consumo.
Así que Linde trazó otras lindes. Y volvieron a temblar los cimientos. Era viernes.


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