lunes, 28 de enero de 2013

DESAZÓN EMPRESARIAL


Pues frente al lamento resignado del Gobierno, no más, es Alfredo Pérez Rubalcaba, secretario general del PSOE, quien toma la iniciativa para tratar de producir una alternativa allí donde los vericuetos del desempleo se agudizan.
Nada nuevo en el diagnóstico (paro masivo y situación de emergencia social) pero sí en el tratamiento del asunto como hasta ahora no se había planteado: un gran acuerdo político y social que genere una política económica distinta, capaz de superar el estancamiento y los bloqueos derivados de la actual. La gente está cansada de ofertas de este tipo y de planteamientos teóricos, quiere hechos tangibles, pero al menos la propuesta del secretario general de los socialistas tiene fundamentos para ser tenida en cuenta y estimada.
La creación de un fondo público para la financiación de empresas, autoempleo y emprendedores, dotado con veinte mil  millones de euros en el presente año, resulta ser, a la espera de conocer en su totalidad el documento que los socialistas habrán de remitir al Gobierno, empresarios y sindicatos, la medida sobresaliente de esa iniciativa con la que intentar reactivar la economía productiva. Según ha indicado Pérez Rubalcaba, el fondo propiciaría la movilización del crédito que, a su vez, impulsaría el desarrollo de proyectos empresariales mediante convenios con las entidades financieras a un tipo de interés bonificado.
Será interesante conocer la respuesta empresarial. Después de que en un solo año se hayan destruido ochocientos cincuenta mil empleos; después de que el registro de parados haya alcanzado los cinco millones novecientos sesenta y cinco mil y después de que la tasa de desempleo, subiendo más de tres puntos, se haya situado en el 26,02% -esta cuesta de enero no la supera el Gobierno popular ni con todos sus refuerzos mediáticos- se pone de relieve que las políticas de Rajoy son un fracaso estrepitoso. Basadas exclusivamente en el ajuste, la subsiguiente reforma laboral sólo ha servido para abaratar el despido, recortar las políticas activa de empleo… y poco más.
Por eso quedamos a la expectativa de la reacción de los empresarios. Que aplaudieran la reforma, se puede entender. Que algunos sigan con la matraquilla de la necesidad de adelgazar el sector público, es recurrente. Que otros hayan ajustado sus cuentas de resultados con las herramientas legales de la reforma, es consecuente. Pero que pasen los meses y que con los mismos mimbres no haya avances, se traduce en situación inquietante, como se desprende de los resultados del denominado Barómetro Empresarial: un 52% de los empresarios encuestados valoran negativamente el primer año del Gobierno de Rajoy en el que legítimamente confiaron. Ni lo más fieles, el 24% que habla de un balance positivo, supera al mismo porcentaje que habla de un efecto nada significativo en las políticas del ejecutivo.
Curiosamente, el 47% de los empresarios consultados coincide en destacar y considerar positiva la reforma laboral. Pero se constata que no sirve para generar empleo, ahora mismo el principal problema de la población, castigada también últimamente por una oleada de corrupción política a la que no parecen ser ajenos señalados empresarios que deberían ser llamados, mejor, hombres de negocios.
El mundo empresarial empieza a impacientarse. No le gustan los incrementos impositivos para los reajustes presupuestarios. Y es consciente de que una reducción incesante del gasto público contribuye a la contracción del crecimiento. Los horizontes, con informes de organismos internacionales poco sospechosos, siguen estando cargados de negros nubarrones. La recuperación puede esperar: ya no se volverán a fiar de más brotes verdes.
De ahí la oportunidad de la propuesta de Rubalcaba, a ver si entre tantos registros negativos y tanta desesperanza puede verse una luz en el túnel.
No baja el paro cuando Rajoy gobierna, frase que, al revés, empleó el actual presidente cuando se fotografió para la prensa amiga delante de una cola que aguardaba en el exterior de una oficina del INEM. Luego hay que asirse a una propuesta constructiva como parece ser esta que comentamos.

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