jueves, 6 de diciembre de 2012

ANIVERSARIO EN LA FRACTURA

Tal día como hoy, hace treinta y cuatro años, acudíamos a las urnas. Era una consulta decisiva para avanzar. Un sí o un no. Había que darlo para que se siguieran abriendo ventanas o para que siguieran cerradas a la libertad y al pluralismo. Decidieron los españoles. Nos dimos una Constitución, la Constitución. Y desde entonces -ya van más de tres décadas- avanzamos. A duras penas, pero avanzamos. Y cada 6 de diciembre, tenemos en cuenta una fecha para la historia del país y para el devenir de los españoles. Quienes vivimos aquel trance somos conscientes de lo que significó.
Y al cabo, treinta y cuatro años después, con el evidente predominio de una crisis que desborda, la conmemoración se revela preocupante: la ciudadanía anda desmotivada, rechaza la política, no cree en quienes se dedican a ella, está harta de la corrupción... Hay un clima de pesimismo que todo lo invade. Para colmo, las discrepancias políticas se ahondan, hasta el punto de que, en algunos casos, parecen insalvables.
La fractura social en este país es evidente. De ahí que, entre unas cosas y otras, se palpe la insatisfacción. Hasta con el propio modelo 
constitucional. En una encuesta reciente, más de la mitad de la población consultada asegura sentirse poco o nada satisfecha. En esa misma encuesta -dato preocupante- tres cuartas partes de quienes respondieron revelan su descontento con el Estado de las autonomías. Menos mal que casi un 42% valora las garantías de libertad que inspira la Cartamagna.
En fin, treinta y cuatro ya de la Constitución de 1978. Difícil concretar el antídoto del pesimismo o del escepticismo pero que  hay que recuperar el diálogo y renovar energías, seguro. Sobre todo, porque ciertas amenazas acechan expectantes.

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