viernes, 5 de octubre de 2012

ROMERÍA Y MUSEO, RECLAMOS


Ambiente romero y ciudad museal que se barrunta. El Puerto, siempre lleno de contrastes. Aunque no lo parezca. Aunque la monotonía o la escasez de actividades acentúe la decadencia. Precisamente eso: que la tónica se vea alterada por hechos festivos inusuales o porque cuente dentro de poco con un nuevo reclamo es un aspecto sobre el papel positivo. Ya se verán los resultados y las respuestas pero rescatar o innovar allí donde languidece un espíritu otrora dinámico y a menudo refulgente es de agradecer.
El profesor José Javier Hernández García se empeñó en recuperar la romería de los esperanceros al Puerto de la Cruz y lo ha conseguido. Hay que agradecerle ese estudio minucioso y silente, sin concesiones a la galería, que desde hace años viene realizando en ámbitos religiosos y costumbristas. Su empeño, siempre riguroso, es digno de encomio.
Estamos, según algunos testimonios, ante la primera romería documentada. Se vuelve a celebrar más de un siglo después. Los habitantes de El Rosario venían entonces al Puerto para conmemorar la festividad de su patrona. Algo muy sencillo: llegaban cantando en las vísperas, se detenían en el muelle para buscar piedras de sílex que los barqueros y pescadores empleaban como lastre, se alojaban en el antiguo convento de Santo Domingo y luego culminaban su participación con una romería, uniendo así lo rural y lo marítimo, que culminaba, seguramente, en los exteriores de la iglesia de la Peña de Francia.
Esta recuperada romería de los esperanceros saldrá en la tarde del sábado desde El Peñón y recorrerá las calles del centro portuense hasta detenerse en la pequeña capilla de la Virgen del Carmen en el refugio pesquero, antes de seguir hacia la plaza de la Iglesia y allí hacer una ofrenda y cantar el ángelus ante la imagen de la Virgen del Rosario.
De nuevo la ciudad envuelta en ese ambiente romero al que no está acostumbrada, pese a que en los últimos años, con motivo del Día de Canarias, ha estado atenta a un paseo romero que, al menos, ha impregnado de un sabor folklórico y colorista a calles y avenidas.
Y dentro de poco, según se cumplan los planes de los promotores, un museo de cera que albergará el antiguo cine Chimisay. El Puerto necesita atracciones, reclamos, y éste puede ser uno de ellos. Ojalá se exitoso. La céntrica localización facilita, en principio, las cosas. Hasta la calle San Juan recobraría, probablemente, la frescura de hace unos años. Es más, el futuro museo se uniría a otros que figuran en una ruta de escasos kilómetros: el Museo de Arte Contemporáneo (MACEW), el Museo Arqueológico Municipal (MAM), la sala de arte del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC) y la dotación que finalmente se haga en la Casa de la Juventud de la calle Pérez Zamora. La relación da para idear un circuito a pie que resulta muy atractivo casi a cualquier hora del día.
El nuevo museo, independientemente de la distribución y calidad de los contenidos, debe convertirse en un elemento que enriquezca la oferta cultural del municipio. En las ciudades donde existen los de este género son una visita obligada para turistas, nativos, estudiantes y gente de toda condición social. Por ahí debería explorarse el valor añadido de una estimable composición cultural en el destino turístico diferenciado.
Tradición -que habrá que cultivar y mantener- y atracción museística. Reclamos para una ciudad que los necesita.
Suerte y éxito para sus mentores y realizadores.

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