sábado, 31 de marzo de 2012

PAMARSA, IN ARTICULO MORTIS

(A Juan José Acosta)

Todo da a entender -a la espera de conocer con más detalle la decisión aprobada por el pleno de la corporación municipal- que desaparece la sociedad ‘Pamarsa’, una empresa pública nacida en el Puerto de la Cruz de los años noventa, pionera y concebida para fortalecer el sector público local que, a la vista de las dudas y la pasividad de la iniciativa privada, habría de afrontar un futuro que se preveía competitivo. Había que dotarse convenientemente para gestionar y explotar los importantes proyectos que se fraguaban y que, de cristalizar, habrían de caracterizar la ciudad que se aproximaba al siglo XXI con ganas de ir por delante, de dar un salto cualitativo en su oferta turística diferenciada. A los promotores de entonces, con Juan José Acosta de León a la cabeza, hay que reconocerles su iniciativa y sus afanes: dieron unos pasos importantes, crearon donde no había y estimularon la productividad de la economía local. En la evolución posterior, se desvirtuó la idea, no hubo fe en ella, se perdió credibilidad en sus propios fines, faltó profesionalidad y terminaron por desmembrarla privatizando parte de su objeto social. Nos correspondió ejercer la presidencia durante cuatro años y pertenecimos al consejo de administración durante otros cuatro: hicimos cuanto pudimos para responder al espíritu fundacional, para mantenerla a flote y para superar las adversidades que ya se advertían, hasta el punto de no aprobar el rumbo de gestión indirecta que se creía era el adecuado. No decimos que nuestra gestión fue un dechado de virtudes pero los hechos posteriores son significativos y diferenciadores.

Pero los actuales son malos tiempos para lo público y la crisis -maldito vocablo- se lleva por delante cuanto difícilmente se pueda sostener. Que desaparezca ‘Pamarsa’, siquiera en el plazo de diez años, como parece ser que se deriva de un plan de ajuste aprobado por mayoría en el pleno de la corporación municipal, es una mala noticia. Que se pierdan puestos de trabajo, peor. Que las actuales expectativas que se tenían -¿pero no iba a recuperar activos de las aún vigentes y contratadas concesiones administrativas?- se vean truncadas, marca, cuando menos, incertidumbre. Que se evapore, en definitiva, otro soporte del sector público, en plan venga a quitárnoslo de encima y dentro de equis años, todos calvos, es un hecho preocupante para el mismo futuro de la ciudad.

Claro, porque los fines para los que fue creada la sociedad, esto es, la construcción, gestión y explotación de un parque marítimo en unos terrenos ganados al mar para los que se dispone de concesión administrativa del Estado, quedan en entredicho como consecuencia de no saber muy bien qué va a pasar o qué puede pasar con ese proyecto del que no nos cansaremos de repetir que es más importante que el del puerto deportivo-pesquero.

Si todo lo sucedido, encima, es para dejarlo en manos privadas, entonemos un réquiem por el fracaso colectivo y deseemos suerte a quienes intenten y puedan enderezar el rumbo.

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