sábado, 18 de febrero de 2012

FUTURO DE MARTIÁNEZ

Se vuelve a hablar de una actuación de regeneración de la playa Martiánez, la que cantara de forma sublime Sebastián Padrón Acosta. No es la primera que se acometería en esta franja del litoral portuense, abierta a partir del final del complejo turístico “Costa Martiánez”, identificada con dos denominaciones populares: el charco La Soga y La Barranquera, conectada ésta con una zona de acantilado bajo, justo en la parte inferior de la antigua fuente y próxima al túnel de la vía de acceso rodado a la ciudad por el este. En el pasado ya hubo varias actuaciones de tratamiento y reacondicionamiento de la línea de dominio público marítimo-terrestre, algunas de ellas inútiles pues algún temporal y las mareas altas causaron daños y hasta destrozaron varias reposiciones. Las inyecciones de arena dejaron paso a la invasión de piedras y la playa volvía a recobrar un cierto aspecto salvaje y hasta inhóspito, poco propicio para el baño. La desembocadura del barranco fue, de siempre, un obstáculo serio para pensar en proyectos de diques de protección o similares.

Ahora se trata de una regeneración que, por ahora, parece contar con una declaración de impacto medioambiental favorable. Una nueva inyección de arena, la construcción de un espigón y un pie de playa, la accesibilidad y las dotaciones mobiliarias conforman esencialmente un proyecto cuantificado en cinco millones cien mil euros en números redondos. De aquí a su ejecución, seguro que aumentará. Porque falta la financiación, claro, y esa dependerá de las aportaciones que hagan Gobierno de la nación y Gobierno de Canarias. Ya se sabe que el Ayuntamiento no está en condiciones económico-financieras para asumir nuevas obligaciones de este tipo. De modo que ya debe esmerarse el gobierno local en la búsqueda de recursos y en la agilización de la tramitación del proyecto

En cualquier caso, estaríamos ante una actuación que hay que seguir de cerca pues conllevaría una transformación apreciable de este sector del litoral portuense. Seguir de cerca equivale a estudiarla con mimo. Debe tener el máximo consenso posible de instituciones y agentes sociales, no sea que ocurra, como otras veces, a medida que se vayan viendo los resultados, se desate alguna de esas controversias que termina minando la propia realización. Y como en el Puerto es tan fácil pasar del cero al infinito, al final el resultado no contente a nadie. Recordemos por ejemplo que mucha gente rechazaba, por antiestética y poco funcional, la antigua edificación que culminaba la avenida Colón. Su derribo fue recibido con alborozo pero la posterior solución arquitectónica no satisfizo y generó todavía más rechazo. De hecho, la polémica se mantiene pese a que buena parte de la población, acaso más preocupada por otras circunstancias, evolucione como aletargada o anestesiada y hasta haya perdido la chispa y el espíritu que la caracterizaron.

Hay que procurar acertar. No será fácil. Desde el principio, según advierte el propio ministerio de Medio Ambiente, con la ejecución habrá un impacto negativo sobre la actividad turística y recreativa de la zona, por no contar los riesgos y daños para el ámbito natural, algunos puede que irreversibles, así como la incidencia que en los trabajos pueden tener las mareas altas anteriormente aludidas. Todo da a entender que los surfistas deberán buscar alternativas.

Ojalá que los resultados finales sean satisfactorios y provechosos. Aunque seguiremos evocando los versos de Padrón.

No hay comentarios: