viernes, 10 de febrero de 2012

AGRESIVIDAD EN LA REFORMA

Que no hay manera: primero, el presidente del Gobierno, vislumbrando la huelga general; y ahora, el ministro De Guindos anunciando la agresividad de la reforma laboral que se supone es el primer plato del consejo de ministros de hoy. Los micrófonos son una tentación para el ejecutivo. Dos opciones: un alarde de sinceridad o una incontinencia de mucho preocupar. Se acabaron los confidenciales, el 'off the record' o el 'que no salga de esta sala': al vuelo las campanas, al diablo las formalidades y el buen rollito. Y el que venga detrás, ya sabe...


O sea, que con la agresividad, preparémonos para cualquier cosa: la flexibilidad en el despido puede quedarse en un chiste de Jaimito. A ver, dentro de unos meses, cuántos puestos de trabajo se van a generar si el marcaje al obrero o al desempleado es de los que no admiten respiro. A ver cuántos convenios colectivos no merman conquistas sociales con los avances de la flexibilidad anticipados por De Guindos. Y si se reduce la indemnización por despido -el beso de la adaptación de 'Resistiré', en 'El Intermedio', cobra cada vez más fuerza- el que supuestamente se quedaba para apagar la luz también lo va a pasar mal.


Los empresarios, que el día anterior no sabían hacia dónde mirar con lo del equilibrio advertido por la ministra de trabajo, están aguardando esa reforma, agresividad implícita.


Y los trabajadores, optantes y desempleados, acentuado su desconcierto por las contradicciones ministeriales -¿o no es un contrasentido pasar en veinticuatro horas del equilibrio a la agresividad?- tienen cada vez mayor desazón.



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