miércoles, 23 de noviembre de 2011

UNA RETIRADA CON INCÓGNITAS

La entrevista pagada a la madre del encubridor de un asesinato en uno de los programas estelares de Tele 5 ha desencadenado una tormenta incluso de pretendidos efectos moralizantes. No es la primera entrevista por la que se paga ni es la primera envuelta en procesos judiciales pendientes de resolución.
Pero alguien -ya se sabrá si en solitario o acompañado; si previo pacto o saltando al vacío- elevó el listón y promovió un boicot de firmas publicitarias anunciantes que, en principio, ha prosperado, hasta el punto de que varias de ellas se han retirado y la propia cadena ha decidido suspender dos de sus programas, en tanto que habrá de tomar una determinación con el espacio en donde fue emitida la entrevista de marras.
¿Crisis inducida? ¿Situación límite? ¿O aprovechamos la coyuntura antes de que la marea termine arrastrando con suerte fatídica?
Las incógnitas precisan de algún tiempo y de algunas explicaciones. Hay razones para interpretar que no todo vale a la hora de competir y ganar audiencias. Sin necesidad de escandalizarse, es evidente que los contenidos de algunos espacios de Tele 5 se han ganado la consideración de 'telebasura'. Otra cosa es la doble moral, el desnudo hipócrita: los criticarán pero los ven. Los índices de audiencia no engañan.
Pero todo todo tiene un tope y llega un momento en que algunas prácticas, algunos estilos y algunas conductas son insostenibles. El medio, por mucho que ingrese publicitariamente hablando -y con eso paga sus producciones y a sus "monstruos" televisivos-, pierde credibilidad: a estas alturas, nueve de cada diez espectadores saben o tienen la convicción de que lo que están viendo en esos programas es falso, artificial, está pagado o está concebido para estirar el chicle de la falacia, de la astracanada y hasta de la perversión. Estirarlo hasta donde haga falta.
La pregunta es si los ejecutivos del canal aludido han decidido cortar por lo sano para emprender un nuevo rumbo, o lo que es igual, si consideran agotado el género y deciden incursionar en otro. Ya hablan de contenidos blancos y ya han anunciado la supresión de dos programas. Si se consuma, hay que lamentar la pérdida de los puestos de trabajo, no más. Los programas, con todos los respetos, muchos de ellos girando sobre un monoterma o con los mismos personajes, eran merecedores de pasar al basurero de la historia televisiva.
Y en el otro platillo de la balanza habrá que pulsar y contrastar si las marcas patrocinadoras están actuando libremente y su actitud de boicot no obedece a razones estratégicas ahora que el mismo cambio político puede sugerirlas. Se han retirado, vale, pero ¿se van a otro sitio, a otra cadena? Sin anunciantes potentes es difícil por no decir imposible competir y evolucionar.
Y como todo es cuestión de negocio, o sea, de inversión dineraria, es lógico que salten las dudas de si todo lo que está ocurriendo es un montaje más, otra opereta, un giro para poner punto final con apariencia moralista a un lamentable estado de cosas en una programación que la TDT, desde luego, no ha arreglado.
Porque, recordemos, garantizaban más calidad. Al menos, si esto sirve para algo, que sea para fijar una reglas aceptables y transparentes, de modo que haya menos margen para la manipulación y la bazofia.
Hasta el sencillo intento de recuperar el buen gusto será bienvenido.

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