sábado, 1 de octubre de 2011

TIMBRE DE ALARMA: LA UPM VEGETA

Empieza a caer en un peligroso anonimato, en un inquietante olvido la Universidad Popular Municipal “Francisco Afonso”, fundada en 1982, uno de los grandes logros del primer mandato democrático.

Poco o nada se sabe de su funcionamiento, si sigue integrada en el Organismo Autónomo Local (OAL), cuáles son sus objetivos inmediatos, hasta dónde llega su actual oferta. Hace meses que no se lee una noticia o no se publica una información relativa a este centro, el primero de Canarias en su género y uno de los primeros en el Estado español.

En el año 2002 conmemoramos su vigésimo aniversario. Nos acompañó entonces Manuel Pérez Castells, el filósofo alcalde de Albacete y presidente de la Federación Española de Universidades Populares (FEUP). Elogió el centro portuense, claro que sí, pero expresó con singular maestría la evolución y las características de estas institucionres en el contexto histórico europeo y español: su decisivo papel en la formación de miles de personas en trances delicados.

En 1982, una experiencia acumulada durante dos décadas -venían de otras localidades canarias a inspirarse en el centro portuense- permitía hablar de una realidad pujante. Una publicación de entonces así lo acredita. A los programas formativos, con cursos, talleres y núcleos de actividades -ahí nacieron el gabinete literario, las tertulias en la UPM y la iniciativa de animación a la lectura Animalee- se sumaron los programas de intervención social y desarrollo comunitario. De igualdad, por ejemplo, se habló por primera vez -y con mucho fundamento- en aquella modesta sede universitaria.

Pero es que, además, allí operaban ese año los servicios socioculturales y de la mujer, la escuela de música, la unidad de empleo y el centro municipal de las mujeres. Había también espacio para entidades no municipales como las escuelas de teatro de Tenerife, la patronal turística Ashotel, la asociación canaria de familiares y personas con enfermedad mental (AFES), la federación que aglutinaba a las asociaciones de padres de alumnos (Fitapa), Radio ECCA y hasta el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias con su Curso de español para extranjeros.

Fueron las suyas palabras aleccionadoras que hoy evocamos cuando contrastamos que la desidia se ha residenciado en Mazaroco 22. Aunque quizá no sea justa esta oración pues el abandono tiene su origen en otro lugar No hay que engañarse: ésta es una cuestión de voluntad política y sin voluntad política no se desastasca ni se impulsa absolutamente nada vinculado a una institución pública. ¿Qué quedará de todo eso?

No es de extrañar que los profesionales estén desmotivados ante la carencia de sensibilidad y ante la falta de pautas políticas y de seguimiento adecuado para que la UPM funciones. Seguro que ponen todo su empeño, programarán y ejecutarán con arreglo a los recursos presupuestarios; pero los riesgos de rutina inundan su quehacer. Faltan -o al menos eso es lo que se advierte desde fuera, al cabo de tanta pasividad- no solo voluntad política sino iniciativa y afán emprendedor. En realidad, lo que no hay es identificación con un centro de formación y participación social consolidado. Si, encima, la divulgación de la oferta y de las actividades tiene una divulgación inapropiada; si la población desconoce lo que allí se fragua y se ejecuta, es inevitable pensar en lo peor.

Se podrá argumentar recortes y limitación de recursos, se podrá esgrimir la delicada situación del Ayuntamiento; pero no tienen perdón el abandono ni la indolencia. Ese pasotismo ante algo que no es un proyecto sino una realidad consolidada que el año próximo cumplirá treinta de su puesta en marcha es a todas luces, reprobable. Si las circunstancias obligan a revisar el papel y las prestaciones, hay que hacerlo. Para eso hay fórmulas y convenios: sólo se trata de tener imaginación y emprender. Otra vez: y voluntad política.

Timbre de alarma: ahora mismo, la UPM vegeta. Por lo tanto, hay que reivindicarla. La memoria de sus fundadores y la trayectoria misma del centro merecen otra consideración, muy distinta a la rutina mecanicista que desembocará, seguro, en la esclerotización que asoma sus síntomas.

¿También desaparece la UPM? Impidámoslo entre todos.

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