jueves, 7 de julio de 2011

VISITA REAL Y ERUPCIÓN VOLCÁNICA

(El presente trabajo fue publicado en un número especial de Diario de Avisos con motivo de su 120 aniversario)

La del 22 de junio de 1899 es la portada más antigua que se conserva en la hemeroteca digital de DIARIO DE AVISOS. El primer paso de la larga caminata del proverbio. El primer guiño a la historia. La andadura que se iniciaba en el tránsito hacia el nuevo siglo. Un periodismo que se debate en la búsqueda de su propia personalidad (es cuando empieza a hablarse con más fundamento de financiación publicitaria y de rentabilidad) y frente a los altísimos niveles de analfabetismo, hecho que probablemente frene las grandes tiradas.

Debe ser un período muy atractivo para historiadores e investigadores. El 1 de enero de aquel año sale a la calle La Voz de Catalunya, un diario eminentemente político, defensor del programa de la denominada Lliga Regionalista. España está en plena liquidación del imperio; Francisco Silvela significa la renovación frustrada y los restos de Francisco Goya son trasladados a nuestro país desde Burdeos.El regeneracionismo de Joaquín Costa despierta grandes expectativas en la primera década del siglo XX, cuando se asiste a un salto cualitativo en la confección de los rotativos, ya más preparados para masas de lectores. Renovación léxica y estilística, un lenguaje más ágil, inserción de fotografías y tratamiento especializado o en forma de suplementos para algunos asuntos son algunos de los avances más significativos. Desde Estados Unidos llegaban los ecos de los primeros escarceos en materia de códigos deontológicos.

En Canarias, ya en 1900, una ley ratifica el carácter de puertos francos que las islas ostentaban desde 1852. Fue un impulso decisivo para la economía de las islas. ¿Y la prensa de entonces, cómo era? El profesor Yanes Mesa habla de un periodismo canario que, “floreciendo en variedad y cuantía, culminaba la expansión geográfica inicial previa al subsiguiente proceso de concentración, dando fruto en islas hasta ahora yermas como La Gomera o El Hierro o en localidades también inéditas como Los Llanos de Aridane, Puerto de la Cruz, Icod de los Vinos, Moya, Puerto del Rosario, Telde, El Paso, Guía de Gran Canaria y Arucas”.

En diciembre de 1906, el rey Alfonso XIII visita todas las islas Canarias. El conde Romanones, entonces ministro de la Gobernación, fue muy explícito en la Memoria de aquel viaje, elevada al Consejo de Ministros y publicada en “La Gaceta de Madrid”. Aquella visita del abuelo de don Juan Carlos I señaló para el archipiélago canario una nueva época, según relata Romanones: “Las Islas Afortunadas, que habían estado muy olvidadas de los gobiernos, fueron desde entonces objeto de su atención; bien lo merecen pues no obstante la distancia a que se hallan de la metrópoli y de la cuantía de los intereses extranjeros, especialmente ingleses allí constituidos, su amor a la Patria continúa inquebrantable”.

Adolfo Cabrera Pinto, director del instituto que lleva su nombre entre 1901 y 1925, en el curso del itinerario real, pidió al monarca el restablecimiento de la Universidad de San Fernando suprimida en 1845. Años después, mediante Real Decreto, era creada una Sección de Estudios Universitarios cuyas enseñanzas se imparten en dicho instituto en lo que se considera el primer paso de la restauración del centro universitario.

El centenario de la visita fue conmemorado hace pocos años con una estancia de don Juan Carlos y doña Sofía en las siete islas, todo un acontecimiento que permitió refrescar numerosos aspectos.

Otro hecho sobresaliente de la primera década del siglo, desde el punto de vista informativo: en noviembre de 1909, el volcán Chinyero entra en erupción. Según el vulcanólogo José Luis Barrera, “ha sido la última erupción histórica que se ha producido en Tenerife y la primera erupción canaria con documentación científica y estudios de carácter científico”. Barrera destaca que “la erupción fue sólo una noticia nacional y pasó casi desapercibida en la prensa mundial, salvo en Gran Bretaña, por las vinculaciones económicas y comerciales que mantenía con el archipiélago canario”.

Duró diez días y la superficie cubierta por la lava expulsada fue de unas 2.379 hectáreas. El Chinyero, localizado en el término municipal de Santiago del Teide, no dejó víctimas mortales y ha sido investigado notablemente. En el trabajo de José Luis Barrera, se citan hasta tres fuentes principales: el estudio de Fernández Navarro, publicado en 1911; las impresiones de Antonio de Ponte y Cólogan, testigo ocular y el libro de M. Brito, publicado en 2003, titulado Erupción del Chinyero a través de la prensa.

Que los historiadores y los eruditos nos perdonen esta intromisión, una breve síntesis periodística de aquella primera portada y los dos acontecimientos citados, a los que nos hemos acercado con la curiosidad propia de entender los tratamientos recibidos en el contexto de entonces.

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