sábado, 19 de marzo de 2011

SUPERAR LA DECADENCIA

El mandato municipal que termina deja muy pocas cosas positivas para la ciudad. Demasiado encono, demasiada crispación. Mucha bronca, Algunos especialistas la alimentan y otros han picado el anzuelo. Así no hay ni eficacia en la gestión ni avances sociales. En tiempos de recesión, es la peor de las sendas escogidas, lo peor que podía ocurrir.

Salvo las aportaciones del Plan ‘E’ (popularmente conocido por Plan Zapatero), alguna de las cuales, por cierto, ha quedado incompleta, y unas pocas actuaciones financiadas con recursos de otras instituciones, se agotan los cuatro años del ciclo (2007-11) con más penas y tribulaciones que glorias y consecuciones. La pérdida de peso político en el contexto autonómico, las limitaciones de competitividad de su principal sector productivo, el progresivo enflaquecimiento de su oferta sociocultural y un creciente desapego social que ha menguado hasta la autoestima han sembrado el pesimismo y el escepticismo.

En ese ambiente, no es de extrañar la desmotivación de la que hemos hablado hace algún tiempo. La ciudadanía portuense, siempre inquieta y sensible, otrora entusiasta e hipercrítica, ha perdido la ilusión, no se interesa por la política local, acaso porque algunos sucesos y la politización sesgada y abusiva, la política mal entendida, han generado desengaños, decepciones y hastío.

Es preocupante esta evolución de los últimos años, cuando hemos echado en falta una apelación institucional a la cordura, a la sensatez política, al compromiso por el progreso del municipio.

Al contrario, la política de perra chica, la alicorta de campanario, la del personalismo, la del día a día bronquista, carente de ideas y de ánimo emprendedor es la que ha ido menudeando para general desazón. Para encontrar una noticia o una mención positiva en los medios, hay que hacer todo un esfuerzo, sí señor.

Claro que duele ver al Puerto de la Cruz en esas coordenadas. Sobre todo porque han atrapado y no será fácil salir de ellas. Se espera que todos los agentes políticos hayan percibido las delicadas e inciertas circunstancias, hayan entendido y asuman que así no se puede seguir so pena de que la ciudad siga deambulando en su estancamiento y haga imposible la superación de la decadencia, que es el gran objetivo que hay que afrontar.

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