lunes, 28 de febrero de 2011

UN SALTO CUALITATIVO

La incertidumbre del resultado electoral en la Comunidad Autónoma de Canarias el próximo mes de mayo y de la posterior gobernabilidad -ahora sí cabe decir que cualquier alianza es posible- no debe eclipsar la necesidad de acometer una modificación del modelo institucional. La situación de depresión, tan sólo aliviada por los coyunturales vientos favorables que soplan en el sector servicios; la reasignación del marco competencial; la merma de ingresos que afecta considerablemente a las administraciones territoriales y que obliga a revisar criterios de financiación y hasta el intento de abrir el melón imposible de la supresión de ayuntamientos -a ver a qué alcalde le encomiendan ese cascabel, por mucha racionalidad que se esgrima- son factores que inciden en la búsqueda de iniciativas favorecedoras de ese nuevo modelo.

Las circunstancias obligan. Ya nos hemos ocupado de la crítica situación de las haciendas locales cuyos responsables deben hacer todo un esfuerzo de imaginación y de iniciativa para encontrar nuevas fuentes de ingresos, agotadas, como prácticamente están, las que hasta el momento han venido nutriendo. Para algunos, garantizar las prestaciones de los servicios básicos empieza a ser un acto de heroicidad.

Es evidente que se trata de evitar duplicidades en la gestión de las competencias y de los recursos. Y que la vía adecuada para ello es hacer efectiva la cooperación interinstitucional, por ejemplo, mediante la mancomunidad de servicios, una opción ensayada con desigual fortuna y muy pocas convicciones. La experiencia, precisamente, debe ser tenida en cuenta para entender los recelos y los prejuicios de los localismos.

Aún así, comoquiera que estar cruzados de brazos o aguardando a la materialización del espíritu paternalista de otras instituciones no favorecen las soluciones reales, a la hora de afrontar un mínimo proceso de reordenación, además de contrastar la voluntad política, es primordial impulsar y disponer con cierta estabilidad los incentivos encaminados a la contratación y gestión conjunta de servicios por parte de grupos de municipios.

Sólo así será posible justificar la creación o el funcionamiento de estructuras supramunicipales capaces de asumir la concertación de servicios entre localidades de una comarca natural o relacionadas por algún hecho como la productividad turística, pongamos por caso.
Claro que se persigue la eficiencia, para garantizar la optimización de los medios o recursos de los que se disponga. Teóricamente, los administrados deben salir beneficiados si esa eficiencia comporta, además, un abaratamiento de los costes. De tal objetivo se trata.

Ojalá las visiones de campanario, las desmesuradas ambiciones políticas y los personalismos no frenen los gérmenes de una nueva o mejor gobernanza de la institucionalidad representativa del pueblo canario. Los cargos públicos salidos de la próxima cita con las urnas deben ser más conscientes que nunca de los cambios que habrán de afrontar no sólo para superar esquemas y modos afectados por vicios y obsolescencias sino para producir un salto cualitativo en el papel de las administraciones públicas, especialmente el referido a las prestaciones.

Quedó escrito: partiendo de que haya voluntad política y de que los modelos que se pongan sobre la mesa de debate entrañen la suficiente solidez como para que una vez plasmados en leyes o resoluciones sean todo lo eficaces y positivos que la ciudadanía demanda.

sábado, 26 de febrero de 2011

LICENCIA PARA LA NOSTALGIA

Fenómeno curioso el que va cuajando en el Puerto de la Cruz. Miren por donde, una utilidad más de las redes sociales.

Personalmente, nos mostramos encantados. Hace muchos años, en 1995, en ocasión de la primera alcaldía, en plena campaña electoral, hablamos de la necesidad de rescatar la historia de la ciudad, de conocer mejor su pasado. Es más, llegamos a sugerir la idea de dar cierta solidez mediante programas o asignaturas optativas en la Universidad Popular Municipal ‘Fancisco Afonso’ que luego, a medida que fueran madurando, con la incorporación de historiadores e investigadores, podrían extenderse entre agentes sociales y vecinales, ediciones, exposiciones, performances y otros soportes.

Algunas incursiones se hicieron -el antecedente era la convocatoria del premio de investigación histórica ‘Alvarez Rixo’- y al menos se fomentó cierto espíritu no con el ánimo de recuperar o revitalizar sino con el propósito de que se conocieran hechos, episodios y personajes que forman parte de la historia del municipio. Los portuenses somos muy descuidados con nuestros propios valores, de modo que había que dar un paso, abrir surcos para sembrar semillas de amor propio, ese amor que se exterioriza el día de la embarcación de la Virgen del Carmen -al que han añadido un insólito sucedáneo- y poco más.

Ahora, ahora mismo, los adelantos y la inmediatez de las nuevas tecnologías están posibilitando que hurguemos en el pasado, en la historia popular. ¿Cómo? Muy fácil: cuelgan fotografías añosas, de todo tipo, esas que figuraban en álbumes olvidados o en cajas desordenadas, apiladas entre las pertenencias que terminan considerándose un estorbo en las casas.

Más o menos sistematizadas, agrupadas por épocas o por motivos muy genéricos, aparecen y circulan en las redes sociales implantadas en Internet. Hay que agradecer a los promotores su esfuerzo, de coleccionistas y de internautas con predisposición para que todo ese material fotográfico se haga visible.

Porque, en efecto, gracias a su paciencia y a su meticulosidad ha sido posible recordar. Claro que hay licencia para la nostalgia porque hay un Puerto difuso y hasta ignoto que se perdió entre el desarrollismo, el impacto turístico y el fácil acceso a los bienes de provisión. Esa es la ciudad que ahora está aflorando en colecciones de fotografías que puede ver todo el mundo o, al menos, todos aquellos que disponen de conexión a la red.

Es la ciudad que evolucionó desde su vocación marítima y desde el modesto tranquilo palomar hacia las avenidas de Martiánez y los establecimientos hoteleros, desde los juegos florales a los festivales de la canción, desde El Peñón como casi única instalación deportiva y la plaza del Charco hacia otras infraestructuras y espacios más modernistas y funcionales.

Se puede apreciar la ciudad de las costumbres, de los cines, de los números festeros, de las procesiones y de los personajes que poblaron sus calles y sus rincones. Es el Puerto de la Cruz de reducida superficie territorial, de la indeclinable vocación turística, de la amabilidad y de la tolerancia de su gente.

El fenómeno va creciendo. Más y más fotos. Más y más conexiones, a un clic, para navegar por un pasado efímero, con permiso de don Antonio Machado.

Es curioso porque, en circunstancias de crisis o estancamiento económico, ha brotado espontáneamente ese fenómeno que viene a ser algo así como refugiarse en el pasado o como si se quisiera aprobar ahora una asignatura que habíamos dejado pendiente años y decenas de años. Antes que explorar o aportar ideas para el futuro, para salir de esa depresión, para dar un salto y abrir nuevas opciones, ha surgido este afán que, sin querer y modestamente, sirve para reconstruir un tiempo que no fue mejor sino que existió y estaba olvidado, relegado.

Lo más importante es la respuesta, según se desprende de los comentarios. Por la cantidad y por la calidad. Una respuesta a la que es una fuente gráfica de información como posiblemente antes nunca se dispuso. Una respuesta que ojalá perdure si es que contribuye a mejorar la autoestima, a conocer mejor las raíces y los antepasados y a difundir esa pequeña gran historia.

A los promotores y coleccionistas, por su dedicación, por su altruismo y por su interés, un sentido reconocimiento. En cierto modo, aquella idea del 95 se va haciendo realidad.

viernes, 11 de febrero de 2011

PROTOCOLO, ESE ARTE

Aunque no lo parezca, el protocolo acarrea codazos, empujones, miradas que matan, malhumor, contrariedades, disgustos, empecinamientos y desahogos en forma de protesta verbal o de cartas que suelen concluir advirtiendo que no se está dispuesto a reeditar la situación, casi siempre invocando la representación institucional. Algunas escenas hemos visto: enfados, defensas estrictas de la norma reguladora, quejas por maltrato elevadas al convocante, gestos y soluciones sobre la marcha.

Los responsables suelen atribuir la culpa a algunos cargos públicos que demuestran ignorancia, intransigencia y hasta mala educación. El afán por estar delante de o antes que lo complica todo. Es un afán de notoriedad mal entendido y con frecuencia, peor traducido.

Los hay que aceptan sin más las indicaciones que reciben. Ni se inmutan. Se ponen donde les colocan. Los hay que llegan tarde y, además de dar la nota, trastocan las primeras localizaciones. Suele ocurrir que algunos, a su hora o con el acto empezado, esgrimen su condición para solicitar -a veces de forma poco ortodoxa- una nueva o mejor ubicación. Hay quienes anunciaron previamente que no asistirían y luego se presentan sin avisar. No faltan los que no estando invitados, aparecen. Varios reclaman sistemáticamente, pese a que en distintas ocasiones les hayan explicado que no, que su cargo o representación no puede ir antes o más arriba. En definitiva, lo que debería ser una realización normal -y hasta rutinaria- por estar aparentemente reglada, a menudo se complica, dando lugar a momentos de tensión o tirantez que sólo se resuelven con cordura y voluntad de no enredar más la situación. El problema es que queda poco margen para la improvisación. De hecho, el protocolo, por naturaleza, huye de ese factor.

Esa complicación se acentúa cuando los invitados y asistentes al acto o a la recepción están de pie. En un auditorio, con sillas o butacas, no se produce pues se supone que están reservadas y hasta debidamente identificadas. Pero si al aire libre o en un recinto está el personal de pie, surgen las dificultades. Los segundos planos o las terceras filas son difícilmente aceptables. Se piensa en la foto o en las imágenes televisivas. Y casi nadie quiere quedar fuera de las mismas.

La prelación, mejor dicho, las precedencias. Ese es el quid de la cuestión. El asunto aparece regulado en el célebre Real Decreto 2099/1983 por el que se aprueba el Ordenamiento General de Precedencias en el Estado. Hace unos meses, expertos y responsables institucionales de protocolo de toda España se reunieron en Las Palmas de Gran Canaria para analizar las dificultades que han ido surgiendo para su aplicación, a medida que han ido surgiendo nuevas estructuras político-institucionales y nuevas figuras representativas. En nuestra Comunidad Autónoma, precisamente, se registra una de esas dificultades: el lugar reservado a los presidentes de los cabildos insulares. Demasiado bajo, el 38, que no se corresponde, naturalmente, con la importancia de la institución. Una especie de pacto tácito entre los que lidian estos menesteres y la propia anuencia de las autoridades insulares sortea la evidencia de los titulares cabildicios.

El protocolo, guste o no, es un saber y un hacer directamente referido a la comunicación social. Es considerado un arte antes que una ciencia. Es normal, por tanto, que sea objeto de investigación dado que puede haber diversos criterios de interpretación. Tal como se desprende de lo tratado en la capital grancanaria, la materia ha alcanzado una madurez en el estadio profesional y ahora intenta abordar una construcción disciplinar teórica, suponemos que con un objetivo claro de homogenización que facilite el trabajo de quienes velan para que el protocolo se note y sea respetado.

Ordenación, jerarquía, armonización… Sobre estos principios descansa ese arte. Hay que cultivarlo porque el protocolo es la primera señal de rigor visible y apreciable en cada acto. No sólo a quienes afecta sino a quienes son meros espectadores.

sábado, 5 de febrero de 2011

LA DESMOTIVACIÓN QUE PROLIFERA

Se siente, se percibe…
En cada conversación, en cualquier saludo.
Es una impresión muy extendida: los portuenses están desmotivados y desencantados. La política local, otrora fuente permanente de interés informativo -siquiera en sus vertientes más frivolonas o menos serias-, ha dejado de interesar, no atrae: demasiada bronca que, en medio de la recesión, acentúa la depresión. Como si no se supiera hacer otra cosa que discutir de forma altisonante hasta producir más allá del contencioso, es decir, hasta trascender las coordenadas de la diferencia política y meterse de lleno en el terreno de lo personal.
El caso es que el Puerto no era así.
Había otras inquietudes, otras sensibilidades. La cosa pública suscitaba interés: un proyecto, una actuación, una obra, la entrada en funcionamiento de algún servicio, una apertura, alguna novedad en el paisaje urbano. De todo eso se hablaba, a veces con pasión, incluso sin entender plenamente de la materia.
Cuando eso -y no hace mucho, la verdad- la relación social hasta era más cordial.
Unos lo atribuyen a un exceso de politización sesgada pero parece más apropiado hablar de encono alimentado, de emponzoñamiento.
Entre unos factores y otros, la gente se ha ido alejando hasta terminar considerando la política como una actividad antipática y rechazable. Malo cuando eso ocurre: puede ser el germen de una involución o de hecho trunca un proceso natural de madurez. Se ha despertado el recelo, hasta dispararse. Proliferan enemistades a cuenta de discrepancias inducidas, aunque también hay quien prefiere cultivar el pasotismo para evitarse más problemas. Hay familiares que no se hablan y pululan las discordias. Se ha instalado la desconfianza. Es cierto que algunos se mueven muy bien en ese clima turbio, sórdido y escandaloso. Les interesa, claro. Porque lo malsano incentiva el morbo.
Ese alejamiento es sinónimo de desencanto y de desmotivación. Se aprecia en los portuenses el hastío. No parece haber nada que les seduzca. Falta una causa, un motivo con el que identificarse y convertirlo en timbre de orgullo. El sentido de la autoestima sigue en declive. Se echa en falta una apelación a la cordura, al espíritu local de siempre, aquel que caracterizó la Transición política y alumbró lustros de la democracia.
Esa idiosincrasia ha ido palideciendo hasta los niveles más preocupantes. Se va desvirtuando progresivamente. Demasiada bronca, poco de constructivo.
Natural entonces que abunden, la desilusión, la desmotivación, el desinterés…
Pero no es bueno, ¡eh!, que un pueblo se vea afectado por esos males puede experimentar una regresión que no es lo más deseable en unas circunstancias como las que nos afectan.
Así que, contrastada la percepción, es cuestión de invertir, es decir, volver a lo de siempre, a lo que nos ha caracterizado.

viernes, 4 de febrero de 2011

CIVISMO Y MÁS CIVISMO

"La verdad, tenemos un pueblo muy cochino". La frase es de un destacado dirigente empresarial tinerfeño ante las cámaras de televisión, hace unos años, evaluando unas encuestas de opinión sobre el grado de conservación, limpieza y mantenimiento de nuestros espacios públicos. Lo resume todo.
Y se ve que no hay manera, que no mejoramos. Los informes de los responsables del Cabildo y del Parque Nacional del Teide tras la jornada festiva del pasado miércoles, día en que -con todos los respetos- la nieve pudo a la Virgen de Candelaria, no pueden ser más demoledores y desmoralizantes. Se batió el récord histórico de coches y basura en un solo dia. Lo de menos fue el colapso de la circulación rodada -se calcula que unos veinticinco mil vehículos pudieron acceder a la zona, a ver la nieve, a divertirse- sino el volumen de residuos de todo tipo que hubo de acumular y recoger el personal. Seguramente, otro récord. Hasta en las cunetas de las carreteras aparecían los restos de la excursión lúdica de la festividad.
Es una falta de civismo evidente. Y eso que hubo advertencias. Y que el Cabildo dispuso un operativo de prevención. Y que la Guardia Civil desplegó efectivos para intentar impedir el desaguisado. Pero claro, cuando se lee que los efectivos pararon y detuvieron a decenas de vehículos que circulaban en doble sentido que, en esa fecha, estaba expresamente prohibido, no hay más que explicar.
Decididamente, no nos comportamos. Ni respetamos ni sabemos dar una respuesta consecuente para un hecho como el que comentamos. Vale la novedad de la nieve, su atractivo para gentes de todas la edades. Pero no vale una conducta negligente y perjudicial desde el momento en que no se respeta lo elemental y se convierte el paisaje en un auténtico vertedero. ¿Seremos conscientes de que estamos ante un Patrimonio de la Humanidad?
Vaya ejemplo, desde luego. Que en un solo día se haya producido tan "edificante espectáculo" prueba que es necesario educar en valores y exprimir asignaturas como Educación para la ciudadanía.
Civismo y más civismo. No ya para apreciar y cuidar mejor nuestras cosas, nuestros activos patrimoniales, sino para acreditar un comportamiento que no merezca la reprobación generalizada.

jueves, 3 de febrero de 2011

DEL QUERER... Y DEL PODER

Era -y es- el pacto más importante suscrito en este país desde aquellos de La Moncloa en plena Transición. La foto final no será similar. Entonces aparecía el presidente del Gobierno y los primeros dirigentes de los partidos políticos, empeñados en tomar una decisión que tranquilizara al país y estimulara a la población para salir de la crisis. Esos momentos se inmortalizan: la foto, la célebre imagen.
No será así porque, aunque la ocasión lo requería, entre las prisas, las formas equívocas, los errores protocolarios y hasta las pocas ganas que habría de aparecer junto a quienes alcanzaron un consenso social y político en circunstancias tan delicadas -el crecimiento del desempleo no cesa- reventó la inmortalización, reducida en este caso, a miembros del Gobierno y primeros responsables de las organizaciones empresarial y sindicales. Quienes no han querido estar en la foto sabrán valorar su ausencia: ahora tendrán que fijar posición en las Cortes y no parece que vaya a ser contraria.
El acuerdo sobre la reforma del sistema de pensiones llega en un momento crucial. Hay quien habla de éxito teniendo en cuenta las condicionantes de salida, el enroque y lo complicado de las negociaciones. Se llegó a temer lo peor. Es apropiado referirse al acuerdo en términos de logro si se tiene en cuenta el alcance de la estabilidad y la voluntad de dejar fuera de la refriega política un asunto de esta naturaleza que interesa a todos, principalmente a quienes, aún estando en activo, ya hacen cálculos sobre su jubilación y sobre las pensiones que percibirán a partir de ese momento. La cuestión era hacer viable o sostenible el sistema. Y al menos hay una respuesta, no plenamente satisfactoria pero sí con una música que no disgusta tanto.
Aunque la foto haya quedado circunscrita a quienes hemos mencionado.
Es curioso: después de cada huelga general de la democracia, se han registrado importantes determinaciones en el ámbito sociolaboral. El apunte es para quienes dudábamos de la utilidad de aquel paro del pasado mes de septiembre. Ahora, Cándido Méndez (UGT) no ha dudado en señalar que este pacto es consecuencia de aquella huelga.
Son las cosas del querer... y del poder.

miércoles, 2 de febrero de 2011

MÁS ALLÁ DE SU PAJARITA

Hay personas que son reconocidas por algún hecho inconfundible. A estas horas, seguro que no quedará conversación ni recuerdo sobre Buenaventura Machado Melián, don Ventura, en que no se aluda a su corbata de pajarita o pitiguay.

Era el hombre impecablemente trajeado, casi todos los días, casi todas las horas, complementado su terno con aquella prenda que le hacía aún más respetable. Era el médico amable, el cardiólogo que atendía a sus pacientes con esmero. Su visita a los domicilios de los enfermos o necesitados era un bálsamo reconfortante para ellos y para las familias. Sus palabras de aliento y sus tratamientos, por supuesto, prologaron los latidos de muchos corazones del valle de La Orotava.

Gran persona don Ventura, gran persona.

A la historia pasará también como el presidente del remozamiento del campo municipal “Los Cuartos”, donde sembró césped, para que el fútbol regional diera un salto cualitativo, para que la isla no se ciñera, en esos términos, al “Rodríguez López” y “La Manzanilla”.

Y como uno de los promotores del Trofeo Teide, uno de los pocos que ha logrado sobrevivir en el panorama balompédico veraniego de este país.

Presidió, en efecto, durante muchos años, la Unión Deportiva Orotava. Como dirigente futbolístico, se ganó el aprecio y el respeto de todos. A principios de los años 70, echó un pulso a la entonces casi intocable Federación Tinerfeña de Fútbol y encontró eco en el mismísimo diario Pueblo y en la inolvidable Hora 25 de José María García. En los círculos futbolísticos de entonces era conocido y aludido como Machado.

Probó fortuna después en la política local, pero no tuvo fortuna, mejor dicho, respaldo popular para acceder a la alcaldía de su pueblo.

Pero siguió siendo el profesional apreciado, el hombre tranquilo, el médico de todos. “¡Voy a ver a don Ventura!”, la frase más socorrida.

Esposo y padre ejemplar, llevaba a su Villa en el alma, sin tener necesidad de alardear ni de sentir complejos. Sus cualidades merecía los honores, el reconocimiento institucional.

Por todo eso será recordado. Por todo eso que es bastante más que aquella pajarita inconfundible y que le ha acompañado hasta el final de sus días.

Hasta siempre, doctor, presidente… don Ventura.

martes, 1 de febrero de 2011

PÉREZ, A POR EL 'SORPASSO'

Lo reúne todo para ser el candidato idóneo. Excelente profesional del derecho, periodista, profesor universitario, notable trayectoria política, muy bien valorado socialmente, respetado mediáticamente, estimable grado de conocimiento y relación ciudadana... La oportunidad le llega en un momento clave de su propia existencia, puede que debió ser antes, como parecía, en 2007, cuando públicamente fue proclamado aspirante a la presidencia del Cabildo Insular, sólo que se cruzó la oferta del ministro Bermejo para ser su segundo, para ser secretario de Estado de Justicia.
Ahora trata de acceder a la alcaldía de Santa Cruz de Tenerife, allí donde los socialistas nunca pusieron pica, acaso porque desde el principio de la democracia descuidaron lo que importaba, la calle, los barrios, el tejido social, y se dedicaron a guerrear entre ellos mismos. El resultado ha sido un descalabro tras otro, candidatos y candidata a la oposición sin muchas posibilidades de asomar la cabeza porque la apuntaban los propios compañeros y ni siquiera dejaban libre el flanco de la repetición. Qué crueldad. Y mientras tanto, el socialismo del interior tinerfeño resistiendo al límite, insuficiente para optar al Cabildo Insular, hasta el punto de hacer, por toda terapia, blanda autocrítica en congresos. No más.
Ahora es el candidato que tantos y tanto hemos esperado, incluso los no socialistas, los que le conocen bien y saben de su valía.
Es insólito: la de cosas que han tenido que pasar -decisión personal añadida- para que Julio Pérez Hernández sea el candidato del PSC-PSOE a la alcaldía de la capital de la provincia. O sea, fracasos sucesivos en comicios anteriores, incapacidad para sostener un liderazgo político, infructuosos trabajos de implantación, desacertada relación mediática, pugnas intestinas favorecedoras de los adversarios, estrategias erróneas hasta cuando éstos mostraban sus flaquezas y, más recientemente, una crisis desencadenada a base de discordias irreflexivas en una agrupación que parece maldita o condenada al caos.
En ese contexto, Pérez acepta ir al Ayuntamiento y se quita de encima algún sambenito. Deja de ser el 'niño bonito', el militante de la papa suave, el que nunca se mojaba o sólo lo hacía si había ciertas seguridades. Pérez, disponible y disciplinado, el hombre de la mesura y de las ideas, ha aceptado en circunstancias extremas la candidatura a la alcaldía.
Y el caso es que su papel, a pesar de los pesares, cotiza al alza, cuando asistimos a un fin de ciclo en el Ayuntamiento capitalino, demasiado frívolo en el mandato que declina, aún entre convulsiones. Los ciudadanos parecen exhaustos y eso se nota en los índices de abstención, los que también propiciaron la hegemonía de ATI-CC. Los ciudadanos perciben el estancamiento del municipio capitalino en donde hace años que no brota una idea de progreso social y en donde no se sabe lo que podría haber ocurrido de no mediar las inyecciones económico-inversoras de otras administraciones públicas gobernadas por el mismo color político del Ayuntamiento. Los insularistas han ido agotándose y los socios coyunturales del Partido Popular, salvo excepciones que les costaron sus cargos y competencias, fueron casi siempre a remolque y sin meter nunca la directa.
Pues cuando se dibujaba un horizonte más despejado para una alternativa sólida y fiable, sustanciada en un candidato de postín y rompedor, resulta que algunos han preferido la guerra sin cuartel, no importa que discurra en frentes mediáticos. Cuanto peor, mejor.
Más meritoria la candidatura de Pérez en esas circunstancias. Sus rivales le respetan, saben que están ante un político curtido y bregado, al que no gustan las demagogias facilonas, que no se va a arrugar y que se va a batir con algo más que pundonor y coraje en cualquiera de las materias que surjan en debates y comparecencias audiovisuales.
Julio Pérez, que siempre tuvo un espacio de atención para el municipalismo, que conoce de sobra la importancia de lo local en la fase de depresión económica que atravesamos para salir de ella, es el candidato idóneo. Si su partido recupera motivación y se vuelca, y él echa el resto, igual vivimos un 'sorpasso' político en la capital tinerfeña.