miércoles, 12 de enero de 2011

¡ESOS POLITONOS!

Circula en la red el video en que se ve al rey don Juan Carlos tratando de apagar apresuradamente su teléfono móvil que, con un politono muy curioso (la carcajada de un niño), sonaba instantes antes del muy serio y oficial acto de presentación de cartas credenciales de los nuevos embajadores. El monarca, como en tantas otras ocasiones, sale airoso, con un don de naturalidad que para sí quisieran todos los que deben desenvolverse en la esfera pública. (Otra cosa es el descuido de haberlo dejado en aquella sala, a expensas de que alguno que pasara por allí, en un descuido, se lo hubiera apropiado y después vaya usted a saber qué).
Pero bueno, el hecho pone de relieve que hay lugares y actos donde el celular -que dicen en ciertas latitudes- tiene que estar apagado. Díganme ustedes cuando suena en misa y se ve a la persona saliendo apresuradamente a hablar o a dejarlo sin función. Y hasta en algún concierto hemos tenido oportunidad de escuchar el tono de llamada. O en algún acto público, plenos y presentaciones de exposiciones. El descuido -que le puede pasar a cualquiera, incluido el rey- tiene menos perdón cuando en la mayoría de actos que no deben verse alterados por sonidos que alteran el ambiente y producen de inmediato molestos efectos de distracción hay advertencia previa de mantener apagados los aparatos. Bien con cartelería expresa bien mediante discreto anuncio verbal por la megafonía del recinto y hasta por el tacto advertido de algún presentador o alguna presentadora.
Es una cuestión de civismo, de precaución, de respeto. De la misma forma que en los aviones, por otras razones, se avisa de que deben estar sin funcionar y el personal, por lo general, cumple con la advertencia, habría que estar alertados cuando se acude a un lugar de pública concurrencia donde se va a celebrar un acto.
No sobra, en ese sentido, ninguna indicación previa. Aunque pueda parecer chocante o impertinente. Se evitarán visualizaciones y situaciones indeseadas. No todas tan graciosas, por cierto, como en la que se vio envuelta el monarca español.

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