jueves, 30 de diciembre de 2010

LA PAELLA

No somos muy dados a incluir aquí hechos o circunstancias personales. Pero hagamos una excepción hoy para hablar de la paella.
La paella de despedida del año. Un grupo de amigos la llevamos saborando ininterrumpidamente desde 1983 por iniciativa del malogrado Paco Afonso. Salió tan bien la primera vez, gustó tanto, lo pasamos tan bien que, sobre la marcha, decidimos institucionalizarla: despedir el año con una paella. Aquella primera vez, por cierto, y otras sucesivas, fue en el desaparecido restaurante "El Zamorano", cuyo propietario, Manuel Cacho Cuadrado, oficiaba de cocinero. Le quedaban exquisitas. Después del almuerzo, la cosa se prolongaba, naturalmente. Al coincidir, el 31 de diciembre, con cenas y fiestas de despedida de año, cada quien en su ambiente, familiar o colectivo, se descubrió -se contrastó, mejor- que algunos empataban pero no podían sobrellevar el ritmo, de modo que la opción más racional fue cambiar la fecha, adelantar la paella a la víspera del últmo día del año.
Y así lo hemos venido haciendo desde entonces. No sólo concejales que hemos sido algunos sino otros compañeros y otras personas que sabían del buen clima y del buen ambiente, de lo distendido y lo divertido, han participado en esta peculiar manera de poner punto final al año. Se iban incorporando de forma natural.
Nazario Hernández de Ara, Sayo, en el desaparecido restaurante "Puerto Cruz", nos ofreció un marco siempre entrañable. Y hasta introdujo una variante: la paella de fideos.
Al término de la comida, había bromas y discursos, brindis y propósitos.
Y después, proseguía la celebración con unos cánticos, una guitarra y otros instrumentos en Malpaís, en la planta alta del bar "Alberto", propiedad de Alberto García Padrón, quien fuera futbolista profesional del Puerto Cruz y del Tenerife. Canciones de los estilos más variados eran entonadas con una clara tendencia al desafinamiento. Pero bueno, había un coro. Y se contaban chistes. Y se repetían las historias y las vivencias. Y hasta se bailaba, para asombro de los turistas que frecuentaban el lugar y encontraban aquel complemento de diversión y bullicio ante la estupenda puesta del sol.
En el repertorio, por cierto, nunca faltó "Bellos recuerdos llegan a mi memoria...", la canción que inmortalizara Carmelo Encinoso en sus grupos musicales y en la propia "Parranda portuense".
Pues con ese espíritu, con licencia para la nostalgia, con simples ganas de mantener y estrechar la amistad, seguimos reuniéndonos, una vez al año, al calor de una paella. Para la mayoría, entrados en años pero no viejos, éste ha sido el auténtico fin de año, ésta ha sido la despedida.

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