sábado, 9 de octubre de 2010

VERSOS POPULARES (III)

Una lectora habitual conserva en sus archivos, entre otros documentos, poesías populares que, en su época, circularon con fruición y fueron muy comentadas entre los portuenses.
Entusiasmada por la publicación de las dos entregas anteriores, nos facilita los versos que siguen. Son la jocosa expresión de una polémica entre dos personajes del pueblo que aprovechaban cualquier suceso, cualquier anécdota, para “dedicarse”, por la vía poética, algo más que piropos y otras lindezas.
Las estrofas entrecruzadas datan de 1963. Confiemos en que nadie se moleste por la reproducción. Don Juan Reyes y don Pedro Montes de Oca debían mantener sustanciales diferencias.
Parece ser que don Pedro, que realmente se llamaba Francisco Pedro, usaba bastón y en un acto de caballerosidad con una extranjera en el paseo de Aguilar y Quesada (popular Las Palmeras), lo soltó para ayudarla y se lo robaron.
Don Juan se entera y escribió estos versos para la ocasión.

“Paco Pedro Montesdeoca
ha perdido su bastón
y está buscando apoyo
a su débil condición,
y dicen que una extranjera,
loca y vieja como quien
ha perdido su bastón,
le ha ofrecido su sostén,
sostén que debe aceptar
con reservas y evasivas
porque él desde hace años
se encuentra en clases pasivas”.


Cuentan las malas lenguas que cuando don Pedro se entera de los versos, acudió a una tienda de la calle San Juan (popular Las Tiendas) que frecuentaba don Juan, va y le espeta:

“¿En clases pasivas yo, ciego mierda?, pa' darte a ti por culo”.


Esto debió ocurrir en abril. Un mes después, le escribió otras estrofas en las que también alude a la extranjera. La comunicante señala que probablemente hubo algo relacionado con un toque de atención o una multa por incívico.

“Don Pedro, aprenda a ser cauto
y los cactus respetar
ya que si así no lo hace
lo volverán a multar,
y esas multas en pesetas
perjudican mucho a quien
no es potente ya.......en dinero
y necesita un sostén
de una extranjera alocada
que unida a usted en dos almas
le ofrezca su apoyo en
el paseo de Las Palmas”.

Se desconoce si hubo contrarréplica poética de don Pedro, más o menos gruesa. El episodio, en aquellos años en que el Puerto de la Cruz seguía siendo pueblo, pese al búm turístico, debió ser de lo más sonado, un auténtico manjar para las lenguas que todo o casi todo lo proyectaban.

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