miércoles, 14 de julio de 2010

TRAS EL ÉXTASIS, LO DE RITUAL

Empiezan a remitir el impacto y los fastos. Hoy casi todo volverá a ser normal, como antes. Como antes del domingo en que España ganó el Mundial de Fútbol.
La alegría incontenible, el jolgorio desbordado, el grito de un pueblo extasiado por la conquista balompédica ya tienen días de historia. Nadie quitará a los españoles las horas de frenesí colectivo de la noche-madrugada del domingo y de la tarde-noche del lunes, con Madrid colapsado, con la roja predominando en el ánimo y en el corazón de todos, desde las infantas al hijo de Vicente del Bosque.
Las editoriales y las firmas audiovisuales aprietan para las ediciones especiales. Hay que inmortalizar los momentos y subirse a la ola para que el personal consuma y guarde o archive testimonios de la gesta. Es la última dimensión del mercantilismo del Mundial, ese que contribuye, según informes técnicos, al crecimiento de un cuarto de punto del Producto interior Bruto (PIB).
Todo volverá a ser como antes: la crisis estuvo aparcada pero de nuevo habrá datos inquietantes, los especuladores seguirán erre que erre y las oscilaciones bursátiles verificarán que esto, lo de la depresión, continúa.
En el Congreso hay debate sobre el estado de la Nación. Apenas han dejado al presidente botar de alegría con la Copa del Mundo: el periodismo del derechío, el mismo que se confabuló para no hablar de la roja cuando tuvieran que referirse a la selección española de fútbol, ya se ha encargado de promover el aprovechamiento de Rodríguez Zapatero. ¡Por recibir a los campeones en su residencia! Y eso que no viajó al escenario de la conquista.
Pero, bueno, es el debate lo que sustituirá a los fastos. El debate más difícil y más crítico, porque las circunstancias políticas son las que son y en un año preelectoral, todo está en esa clave, esa sí, de réditos políticos.
Se volverá a hablar de la policía canaria, de la confusión y desconcierto que empìezan a caracterizar su aparición, sin que se despejen las incógnitas de sus competencias hasta concluir si complementa o sustituye. Aunque sean palabras mayores: lo que se dilucida, siquiera a largo plazo, es si la Guardia Civil o el Cuerpo Nacional de Policía abandona el territorio insular. Porque tres cuerpos de seguridad -sin contar la policía local- en ese mismo territorio, parecen muchos. Estas son las consecuencias de los caprichos. Pero el surrealismo canario da para esto y para mucho más.
Se seguirá hablando del desempleo, de los recursos no empleados, de las listas de espera en centros hospitalarios, del fracaso educativo, del turismo peninsular que no viene como en años anteriores, de la residencia en los tribunales de justicia de aquella reclamación de los cabildos... ¡Ah! y de los candidatos que ya empiezan a prefigurarse, a postularse, a ofrecerse...
Una tregua, la de agosto.
Luego, lo de ritual, m'ijo, lo de ritual.

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